El populismo es el más grande enemigo del progreso económico, el mayor obstáculo en el camino a una sociedad más justa y a la vez, la piedra con la que más veces nos hemos tropezado. No hay una sola nación en el mundo que no haya sido víctima del hechizo populista o donde sus ciudadanos no hayan sido seducidos por los autoproclamados profetas de la justicia social.

Es importante conocer la piedra con la que se tropieza. Hay que entender la razón por la cual el populismo ha sido tan persistente en países en vías de desarrollo (especialmente en Latinoamérica), entender cuáles son los factores en los que se sustenta y finalmente cómo se previene.

El Populismo en Latinoamérica

El peronismo es quizás uno de los más exitosos movimientos populistas en la historia moderna. Su fundador Juan Perón, quien alguna vez llamó a Mussolini “el hombre más grande de nuestro siglo”, es el perfecto retrato del típico líder populista de izquierda de los que tantos han habido en nuestro continente.

Sus políticas se caracterizaron por ser agresivamente intervencionistas en la economía. El control económico se centralizó en las manos del estado, se llevó a cabo un extensivo plan de nacionalización, se impusieron subsidios, controles de precios y capital y las importaciones fueron desalentadas.

Durante sus dos primeros años sus políticas parecían surtir un efecto positivo en la economía, de hecho esta creció un promedio de 10%. Sin embargo, sus políticas terminaron por erosionar la competitividad y la producción de la industria nacional. Adicionalmente, la inflación se disparó rápidamente impulsada por la imprenta excesiva de dinero. Con la economía bajo presión, el gobierno argentino se vio forzado a buscar en prestamistas extranjeros el capital para mantener sus subsidios. Para 1951, el gobierno argentino incumpliría su deuda extranjera y entraría en un estado prolongado de debilitamiento económico.

En Venezuela hoy en día se vive un escenario similar, en esencia pero significativamente más grave. Inclusive, la misma Argentina no termina de sanar las heridas económicas causadas por recientes gobiernos peronistas. Otros países en Latinoamérica también han sido o son víctimas (consensuadas) del populismo y sus daños económicos.

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¿Por qué somos la víctima favorita del Populismo?

Algunos atribuyen la razón a la cultura latina. El mismo Bolívar llegó a escribir que América Latina era ingobernable y que estaba destinada “a caer en un caos inimaginable, donde pasaría a manos de una cadena indistinguible de tiranos de todos los colores”.

Aunque esta explicación es sin duda errónea, dar en el clavo con una causa adecuada es más difícil de lo que parece. Sin embargo, hay un motivo que sobresale: la fragilidad de las economías.

Lamentablemente, es cierto que los gobiernos latinoamericanos, populistas o no, han fallado gravemente en integrar a las clases más vulnerables a una economía eficiente y productiva. Esto se ve ejemplificado en el 32% de mujeres y hombres latinos, que ocupan puestos de trabajo vulnerables. En comparación, sólo el 13% de los hombres y el 9.45% de las mujeres en Europa lo hacen. Adicionalmente, a pesar de que la población latina tiene niveles de educación similares a países avanzados, la gran parte de ella ocupa trabajos en la economía informal (alrededor del 55%), mientras el resto se encuentran en el sector público y/o en pequeños e improductivos negocios privados.

Irrefutablemente las economías son cíclicas, especialmente las sobredependientes en recursos naturales como gran parte de las Latinas, hay periodos de crecimiento y períodos de retracción. En Latinoamérica en los periodos de crecimiento, las clases vulnerables debido a su distribución antes mencionada obtienen muy pocos beneficios. Por el contrario, durante la retracción son las primeras en ser afectadas.

Muchos de los populistas latinoamericanos han llegado al poder tras estos períodos de retracción económica. Hábiles en la palabra y en hurgar en las heridas sociales, aprovechan las crisis para crear resentimiento en los afligidos y erigirse como campeones de la justicia quienes luchan contra los “opresores” del pueblo. En la novela que ya tanto hemos visto, sus palabras pocas veces van de la mano con sus acciones, y sus luchas contra los “opresores” suelen acabar en un caos social y económico mayor a aquel que los llevó al poder.

¿Cómo erradicar el Populismo?

Las soluciones económicas para erradicar el populismo son sencillas de plantear: disminuir el sector informal, incentivar la competitividad y la producción nacional, diversificar la economía, dar flexibilidad al mercado laboral y facilitar el emprendimiento y la innovación en el sector privado.

Sin embargo, quisiera hacer énfasis en la más grande (y la más complicada de obtener) protección en contra de los movimientos populistas: el análisis crítico.

Primero, en Latinoamérica hay que dejar atrás la idea errada de que el populismo en un fenómeno meramente de izquierda. El populismo es ambidiestro, y el de extrema-derecha históricamente ha causado tantas pérdidas sociales, económicas y humanas como aquel de la extrema-izquierda.

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Segundo, hay que cuidarse de las soluciones simples. Muchos líderes y movimiento populistas han usado sus simples y utópicas visiones para guiar a sus naciones por caminos directos al desastre. Hay que dar acogida a la complejidad y al análisis profundo, entender que los problemas se resuelven caso por caso. Entretener diferentes puntos de vista, ya que estar siempre a favor o en contra de una idea nos hace ciegos a información vital para entender la realidad y encontrar el camino al progreso. Y también dejar atrás la simple explicación de que los males son causa de algún enemigo externo, estrategia ampliamente usada por populistas quienes siempre achacan sus fallos a algún chivo expiatorio.

Finalmente, hay que olvidar el culto a la personalidad del líder, a quien muchas veces se le atribuye todo el éxito o fracaso. Lo cierto es que alrededor del mundo, la gran mayoría de los países (con algunas muy pocas excepciones) han obtenido desarrollo económico y social en las últimas décadas, incluso aquellos países con los líderes más incapaces y corruptos. La razón del éxito de un país no recae sobre un individuo, sino en la sociedad y aquellos muchos que la construyen.

Latinoamérica no está destinada “a pasar a manos de una cadena indistinguible de tiranos”. Latinoamérica será aquello quieran sus pueblo, será el esfuerzo conjunto de su gente. Latinoamérica, tiene el potencial de dejar atrás el caos populista del pasado y encontrar en la complejidad y en el detenido análisis de ideas, el camino para alcanzar un desarrollo económico sustentado.