La soberanía reside en cada uno de los individuos que conforman un país, esa soberanía es transferida mediante el voto a un tercero, para que en nombre del ciudadano, represente dicha soberanía en el ejercicio de un cargo de elección popular. La pugna por ese cargo de elección pública siempre desata acalorados debates entre quienes desean ostentarlo, promesa van y promesas vienen, el objetivo es obtener un apoyo ciudadano robusto y lograr la ansiada victoria electoral. Venezuela tiene una historia democrática que data de 1958, sin embargo la sombra del populismo ha logrado posarse a los largo de esta. El populismo sienta sus bases en un líder con gran carisma, que logre cautivar las masas cual encantador de serpientes, un líder que conoce y entiende los problemas y carencias de la gente porque el viene de abajo, es uno más de ellos. El líder populista alza la bandera de lucha contra las injusticias sociales, es alguien con una popularidad imbatible y necesita mantener esa popularidad para continuar en el poder, es por ellos que debe mantener políticas que beneficien a sus votantes, aun cuando esas políticas no sean sustentables y terminen disipándose en el tiempo y creando más problemas de los que venía a resolver.

Aunque el populismo no es una práctica exclusiva del chavismo, durante sus años ejerciendo el poder el populismo ha sido la columna vertebral de su forma de gobierno. Chávez no fue un error histórico, fue la consecuencia de una sociedad que ha crecido bajo la falsa premisa de vivir en un país rico porque tiene petróleo, el petróleo en sí no es una riqueza, porque si no se logra extraer del subsuelo nada puede hacerse con él. Ese mito de país rico tiene sus orígenes en una concepción de estado paternalista, un estado que no solo debe garantizar las mejores oportunidades a cada ciudadano sino que debe también responder a cualquier demanda del ciudadano solo porque sí. Ante un escenario de este tipo el populista encuentra un ambiente propicio para lograr sus objetivo, hacerse con el apoyo de las masas y acceder al poder.

El descalabro económico que hoy padece el país responde a las prácticas populistas del chavismo a lo largo de todos estos años, la redistribución de la renta ha sido una de sus banderas de lucha ante una sociedad que se sentía abandonada por sus dirigentes. El enorme boom petrolero recibido en la era chavista permitió generar una percepción de bienestar entre la población que le otorgó al chavismo un marcado apoyo de las bases populares. Entre 2004 y 2014 el país recibió alrededor de US$ 770.000 millones, sin embargo al día de hoy las reservas se encuentran por debajo de US$ 10.000 millones, a pesar de los enormes recursos que se percibieron no se ahorró, por el contrario se endeudo al país de una manera desmesurada. El control cambiario, vigente desde 2003, permitió crear un espejismo de bienestar económico en el que los anaqueles estaban abarrotados de productos nacionales e importados, el venezolano se convirtió en un viajero frecuente, las compras en el exterior mediante la web colapsaban las empresas de envíos, todos se encontraban alienados con los dólares baratos que el estado populista otorgaba dadivosamente. El estado era cada vez más grande y poderoso, en cadena nacional se hacían expropiaciones ante aplausos y ovaciones de los presentes, se aprobaban millonarios recursos para proyectos que nunca se concretaron, que se hicieron con una sobrefacturación grosera y otros que quedaron a medias, el populista estaba en su máximo apogeo, tenía un sólido apoyo de las masas que lo vanagloriaban y la petro chequera le consiguió el apoyo de otras naciones que se unieron a la onda populista que se erigía desde Venezuela.

El populista debe mantener el apoyo de las masas a como dé lugar, de ello depende su permanencia en el poder, no es casualidad que en el año 2002 Chávez fuera removido brevemente del poder, previo a las protestas y el golpe de estado que se gestó para aquel año las promesas con las que había logrado la presidencia no se habían materializado, provocando un malestar en la población que sumado a el paro nacional lograron arrebatarle el poder transitoriamente. A su regreso comenzó un proceso de radicalización del modelo chavista que acrecentó el poder del estado sobre la economía con el venidero boom petrolero, el populista pudo asegurar su permanencia. Luego de dilapidados los enormes ingresos del país comenzó a sentir el agotamiento del modelo chavista.

La última vez que el BCV reportó el PIB fue el tercer trimestre del año 2015, arrojando una contracción de 7,1 puntos porcentuales, al cierre del 2016 las reservas internacionales ascendían a 10.977 millones de dólares, siendo el cierre más bajo de este indicador desde hace 21 años, una cifra incluso inferior a la reportada en febrero de 2003 cuando se dio el paro petrolero, para esta fecha rondaban los 14.000 millones de dólares. Para 2015 la inflación según datos oficiales ascendió a 180,9%, luego el BCV no volvió a dar a conocer el valor en que se ubicaba la inflación. El año 2017 ha sido inclemente para el venezolano, la inflación se ha acelerado a tal punto que hay quienes ya dan por sentado que el país se encuentra en hiperinflación, por otro lado hay quienes no colocan aun al país en dicho escenario pero que no dista mucho en materializarse, de acuerdo a cálculos de la Asamblea Nacional la inflación acumulada para agosto se ubicaba en 366,4%. El Fondo Monetario Internacional proyecta una contracción del PIB de -7,4% y una inflación de 720,5%, para el cierre de este año, un panorama nada alentador si se le suma que desde el ejecutivo no emanan medidas que apunten a mejorar el mermado rendimiento de la economía venezolana.

El populismo como forma de gobierno es redituable para quien lo practica, por lo menos hasta cierto punto, aunque no lo es tanto para la población, en un principio cuando los recursos son abundantes el populismo parece funcionar bien, sin embargo cuando los recursos comienzan a mermar y el aparato productivo comienza a mostrar signos de agotamiento, el populismo comienza una caída vertiginosa en su capacidad para generar esa falsa sensación de bienestar en la población. Es urgente educar a la población de manera que el ciudadano termine siendo inmune a las prácticas populistas de las que suelen echar mano políticos que sobreponen sus intereses personales a los intereses de la nación, en la medida que el venezolano comience a considerarse más un ciudadano y menos pueblo, el populista verá reducido su campo de acción y los gobernantes comenzarán a estar a la altura de quienes los eligen.