La dolarización de la moneda, la diversificación de la economía, la restauración de la industria privada, y muchas otras alternativas han sido citadas como las claves para el resurgimiento económico de Venezuela. Cuando los conflictos políticos se resuelvan, la implementación de una o todas estas estrategias es altamente probable. Sin embargo, llama la atención lo poco que se cita a los venezolanos y su capital humano como la pieza clave de cualquier intento de salir de esta crisis.

El capital humano es un concepto simple, se refiere a las habilidades, la educación y la responsabilidad ciudadana de una persona o un grupo. Es lo que genera un crecimiento de la producción más allá de lo que las horas empleadas, el dinero invertido o la maquinaria permitiesen.  Es en efecto el elemento clave para el éxito social, político y económico de cualquier país.

Para crecer el capital humano requiere de un ambiente que lo incentive y lo nutra. En Venezuela tristemente, debido a las increíblemente incompetentes políticas del gobierno, mucho del capital humano ha sido drenado. Para reconstruirlo hay que priorizar tres elementos: la educación, el emprendiendo y la calidad ciudadana.

Educación

El trato dado a la educación venezolana por funcionarios que no reconocen el valor del desarrollo del conocimiento ha causado una crisis en la educación. Aunque es cierto que el gobierno ha instaurado una cantidad de programas educacionales, estos han priorizado el seguimiento ciego de la doctrina “revolucionaria” antes que el pensamiento crítico y el rigor académico requerido para formar profesionales capacitados. Mientras tanto, el resto de las instituciones académicas están sujetas a restricciones financieras que les impiden dar un salario digno a los profesores, mantener las instalaciones o emprender proyectos de investigación.

El otro problema en la educación venezolana es uno que también afecta a muchos países desarrollados: la falta de modernización. La educación alrededor del mundo, especialmente la escolar, ha languidecido detrás de las nuevas innovaciones. Muchas de las habilidades técnicas esenciales 20 o 10 años atrás son hoy obsoletas. La educación básica en su mayoría se enfoca en la retención del conocimiento, una habilidad que se hace poco útil cuando coexiste con Google.

La educación se debe flexibilizar para adaptarse a las realidades tecnológicas de nuestra era. El foco debe girar de la retención de información a la práctica de habilidades esenciales. Por ejemplo, pensar críticamente, sintetizar información y generar ideas son destrezas más esenciales que el saber la fecha en que inició la primera guerra mundial. Adicionalmente, nuevas materias deben ser añadidos al currículo escolar, como por ejemplo lenguajes de programación, una habilidad que está en creciente demanda.

El país requerirá solventar estos problemas, pues una educación de calidad es lo que potencia el desarrollo económico. Por último, cuando los cambios se introduzcan deberán de hacerse rápidamente, pues el país se está quedando atrás y será necesario brincar para no atrasarnos más en la curva.

Emprendimiento

Venezuela se encuentra actualmente en el puesto 188 en el ranking internacional de facilidad para hacer negocios solo por detrás de Eritrea y de Somalía. Otro dato preocupante es la cantidad de días que toma iniciar un nuevo emprendimiento en el país: un promedio de 230 días, 200 más que el promedio en Latinoamérica.

Los obstáculos puestos sobre los emprendedores no hacen más que dañar el país y a larga retrasan la evolución tecnológica. El marco “regulatorio” en el país y los diferentes riesgos alientan a los emprendedores a enfocarse más en negocios de importación antes que en la creación de productos y servicios cuya producción y consumo se de en el país.

En Venezuela esto debe cambiar, implementando cambios regulatorios que faciliten el emprender en el país. Adicionalmente, apoyar a posibles emprendedores será clave, pues gracias a la crisis económica, el país se ha atrasado significativamente en materia tecnológica. Atrás han quedado los años en que tener fábricas y maquinaria era sinónimo de riquezas para un país. En el siglo XXI la riqueza se encuentra en las ideas, en las innovaciones y en el coraje para hacer algo nuevo y diferente. Esto se encuentra en las personas, y no se puede esperar contar con ellas si constantemente se les persigue, acosa o, volviendo al tema anterior, no se les nutre con una educación adaptada a las realidades de hoy.

Calidad ciudadana

Venezuela es hoy uno de los pocos países en el mundo que es un exportador neto de talento. En la economía esto se conoce como “fuga de cerebros”. Sin embargo, hay un contraargumento más optimista: la “circulación de cerebros”. Lo último, se refiere a cuando una fuga masiva de talento se da, con los incentivos correctos gran cantidad de individuos retornarán con nuevas habilidades, experiencias, perspectivas y capital que servirán como base para la reconstrucción del país.

La crisis económica en Venezuela es cruel e injustificable, pero nos presenta una oportunidad: la de evolucionar como ciudadanos y aprovechar una posible “circulación de cerebros”. Poco importa cuál es la situación individual: estudiante en Venezuela o en el extranjero, trabajador en Venezuela o en el extranjero, cada situación conlleva sus sacrificios y su esfuerzo. De este difícil proceso, y si se les proporciona un ambiente adecuado, surgirán ambiciosos venezolanos y venezolanas con la motivación para salir adelante, y consecuentemente ayudarán a impulsar el país.

Adicionalmente, la crisis política también nos permite reflexionar sobre nuestros errores. La división de nuestro país, el “ellos contra nosotros”, la denigración de los que piensan diferente, la caricaturización de un grupo como “el enemigo”, son cosas que no podemos volver a permitir. El debate libre de ideas y el reconocimiento de que por cada buen argumento hay un muy buen contraargumento que merece ser escuchado, son principios que tenemos que adoptar.

Las imágenes de hoy son las de familias despidiéndose en Maiquetía, o en las fronteras con Colombia y Brasil. Son las de jóvenes que han dejado los estudios para trabajar en el país o en el extranjero para ayudar a sus seres queridos. Son las de estudiantes universitarios que luchan contra escasez, criminalidad y crisis políticas para obtener un título. Son las de profesionales empezando de cero en tierras extranjeras.

Las imágenes de mañana deben ser las familias reuniéndose, de personas con sueños y metas a cumplir en Venezuela, de venezolanos que a pesar de las dificultades aprendieron y son ahora más capaces de lo que eran. Las imágenes del mañana tienen que ser creadas por nosotros los venezolanos, tenemos que crear un ambiente que nutra y aproveche el capital humano del país, tenemos nosotros que ser ese capital humano.