Unas de las políticas de seguridad social es la de incidir en la distribución de los ingresos. El Premio Nobel de Economía Jan Timbergen (1969) señala que: el objetivo general de las políticas distributivas de ingresos se enfoca en reducir las diferencias entre estos y mejorar la condición de vida de sus integrantes, reducir la inercia tradicional o acelerada de la formación de capital o del desarrollo tecnológico y la incorporación social en el rol protagónico de la sociedad en la que se persigue un equilibrio entre las contribuciones recaudados (ahorro) y los beneficios desembolsables.

De allí, la importancia de las cajas de ahorro en la intermediación de la distribución de la renta nacional, con el objeto de reducir las diferencias que existe entre las clases sociales. Así como también, transferir recursos económicos a las familias trabajadoras para generar riqueza, en especial a los trabajadores más desfavorecidos con una sana y pro activa administración.

Funciona de la siguiente manera: al mejorar los ingresos se apalanca la propensión al consumo y ahorro, al incrementarse la renta disponible, menor es la propensión a consumir y mayor es la propensión a ahorrar y viceversa.

El Plan País y las Cajas de Ahorro

Venezuela está en una situación de renta baja, con un nivel de vida precario. Este pais, ahora caracterizado por tener un producto por habitante (PNB) muy bajo y el coeficiente de Gini, que es es una representación gráfica de la desigualdad en el reparto de la renta existente también se encuentra en estado crítico. De acuerdo a los datos oficiales resultantes de la ENCOVI, Venezuela sufrió un aumento considerable en este indicador, pasando de 0,40 en 2014 a 0,681 en 2017.

De manera que, una política en el novedoso Plan País tiene que incluir la existencia de una eficiente y sostenida redistribución de la renta, del patrimonio y la riqueza, donde se deben canalizar los fondos junto con la administración e inversión de las cajas de ahorro, quienes juegan un rol fundamental en la sociedad de trabajadores.

Esto significa que, al fortalecer la renta a través de los sucesivos incrementos salariales, en un entorno de inflación controlado, se permite a las cajas de ahorro potenciar los rendimientos del capital a invertir. En consecuencia, el nivel de redistribución de las rentas mejora, reduciendo las desigualdades de la renta individual en la fase de redistribución personal de la renta nacional.

El fortalecer la capacidad de ahorro, va permitir el crecimiento más rápido de la economía, tener mayor capital para la fuerza de trabajo y a su vez dar ese empujón («nudging») como lo señala el Premio Nobel de economía Richard Thaler (2017). Así, “empujar” es llevar la población integrante a tomar decisiones que les beneficien a largo plazo y generar soluciones sobre salud, dinero y bienestar, a ejercer un mejor autocontrol para ahorrar de cara a una pensión en búsqueda de un mejor porvenir, siendo el ahorro y la inversión las formas más idóneas que provee ese empujón.

De manera, que las cajas de ahorro pueden inducir políticas que modifiquen el comportamiento económico financiero del trabajador a través de la renta personal y la renta disponible, donde la renta consumida y la renta ahorrada en sus magnitudes económicas son decisivos y de interés cuando se plantea los mecanismos de distribución.

En consecuencia, las cajas de ahorro no deben ser carga mayor para el estado o de despilfarro de recursos, sino promotoras del reparto de la renta producto del trabajo y esfuerzo realizado. Entendiendo que el trabajo se concibe como la liberación del hombre, para lo cual debe ir acompañada de educación y capacitación. Mecanismos idóneos de contribución al progreso al país.