La Economía Naranja o Economía Creativa, es un concepto relativamente nuevo que consiste en englobar todos los ingresos resultantes de las artes y todos aquellos productos y servicios resultantes de la actividad artística y cultural. Esta definición surge ante la necesidad de tomar esos elementos como un punto esencial en la economía de los países tanto por los ingresos que pueden producir, como por el reposicionamiento de los artistas como profesionales capaces de monetizar tal y como lo hacen los profesionales de las ciencias exactas.

Definir la Economía Naranja puede resultar difícil para algunas personas, pues por mucho tiempo no se había concebido la unión de la creatividad, la cultura y la economía como tres términos que interactúan y se complementan. Actualmente, se trata de cambiar esa idea, para dar como resultado un concepto innovador que ha contribuido a los PIB de muchos países del mundo y que además ha sido fomentado por organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Pero:

¿Es justificable la Economía Naranja?

Las artes han sido un elemento imprescindible de la historia humana, desde los jeroglíficos egipcios hasta los murales en las principales urbes del planeta,  todas son manifestaciones que el hombre ha plasmado para comunicar algo, es decir, como un medio de expresión creativa que ha marcado la cultura. Anteriormente, los artistas eran altamente valorados y hasta considerados cercanos a la realeza y a personas con poder, pero hoy en día se le ha ido quitando valor a las disciplinas artísticas como un medio para monetizar grandes cantidades de dinero, o no se le toma como un área potencialmente valiosa para la economía, ignorando las sumas de dinero exorbitantes que se facturan debido a la Economía Naranja.

Por estas razones, la respuesta a la interrogante planteada es positiva. Dada la cantidad de personas que se dedican a alguna actividad relacionada con la cultura, el arte o la creatividad y que esto ha sido algo presente en la humanidad desde hace miles de años, además de justificable, resulta imperante la necesidad de afianzar una economía amigable con estas áreas, para garantizar así una calidad de vida óptima para las personas que se dedican a esto.

En este sentido, Martha Nussbaum, una importante teórica y filósofa del desarrollo, expuso todo un libro llamado “Sin fines de lucro” y allí razonó el valor de las humanidades como un eje esencial en la democracia, en donde se encuentran incluidas las actividades claves de la Economía Naranja.

Esta autora, justifica y además demuestra con cifras y ejemplos de países, explicando cómo éstos han crecido exponencialmente en cuanto a su  nivel de vida gracias al fomento de las humanidades, lo que trae beneficios en todos los aspectos de la vida societal, incluyendo el área económica.

Como pronóstico en esta área, se estima que para el año 2020 la creatividad estará en tercer lugar en las habilidades más demandada por las empresas a la hora de seleccionar a sus empleados.

Sin embargo:

¿Es la Economía Naranja un modelo viable?

Ante esta interrogante, resulta más conveniente explicar los casos de éxito de las políticas que se han aplicado para fomentar la Economía Naranja en Latinoamérica. Un caso emblemático de esto lo representa Colombia, país que para el año 2017 generó US$6,2 billones resultantes de estas actividades y además de ello, obtuvo un crecimiento en las áreas de música, audiovisual y artes escénicas de casi un 30%.

Desde las cifras oficiales de la ONU, Colombia pasó de exportar US$921 millones productos o servicios relacionados con la Economía Naranja para el año 2003 a US$1.824 millones en 2012. Teniendo así, un crecimiento acelerado que ha traído grandes beneficios a este país latino, que aparte de ingresos monetarios les ha dado un reconocimiento internacional por su cultura, tal y como ha ocurrido con otros países del continente como Perú y Argentina. Todo este movimiento, trae consigo un aumento en el ingreso por turismo como una de sus consecuencias.

Especialmente en América Latina, en donde la riqueza y la diversidad cultural es mucha, resulta conveniente adaptar ese eje a un plan de monetización que contribuya al afianzamiento y evolución de las artes y  que además, brinde a las personas que las realizan, la posibilidad de vivir de su producción artística y no tener la necesidad de dedicarse a otro oficio solamente por dinero, cosa que ocurre comúnmente en Latinoamérica.

Entonces, si se coloca en perspectiva, los países que han implementado la Economía Naranja entre sus políticas públicas han alcanzado un crecimiento no sólo en materia económica, sino también en turismo y calidad de vida, lo que demuestra el éxito de este concepto y lo convierte en un modelo a seguir para los demás países del mundo que quieran crecer para y con sus habitantes.

En conclusión, el arte, los medios y las creaciones funcionales no son sólo expresiones humanas que se realizan con el fin de llevar un mensaje a la sociedad, sino que hoy en día también deben concebirse como un medio para el crecimiento económico y un motor de innovación.

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