Uno de ejes transversales de la nueva economía es el consumo colaborativo o economía colaborativa, que es definido como el intercambio de bienes y servicios entre personas naturales o jurídicas a través de plataformas digitales, con la intención de cubrir necesidades materiales o no, siempre con un enfoque de solidaridad, beneficio mutuo y ahorro. Este enfoque fue dado a conocer por Rachel Botsman en el año 2010 en su libro “Lo que es tuyo en mío” donde nos muestra que la forma de establecer relaciones de producción en una economía digital había cambiado por el uso intensivo de la tecnología, el acceso de las personas a ella, y la verificable transparencia en las operaciones de intercambio realizadas.

Este enfoque sobre el intercambio para las relaciones humanas basado en tecnología, está presente en la red bitcoin por las características que los protocolos blockchain le otorgan al ecosistema. Y es que hallar el número específico de ceros del hash del bloque en disputa, para luego validar las transacciones entre billeteras de bitcoin, conlleva un enorme trabajo colaborativo. Por esta razón los nodos de bitcoin (full nodes) a nivel global están constantemente almacenando y compartiendo la información histórica de cadena de operaciones, en una red que aprueba o desaprueba -vía consenso- las transacciones realizadas en promedio cada 10 minutos, que son movidas por el incentivo de las comisiones, y premiada por la recompensa en bitcoin que disminuye cada 210.000 bloques aprobados o 4 años promedio.

De igual forma el trabajo colaborativo se hace presente en los pools de mineros, donde la probabilidad de participar en el proceso de minado de un bloque de la red bitcoin, se incrementa cuando más mineros unen sus tera hashes de poder de cómputo (TH/s) en una sola dirección, participando proporcionalmente en las comisiones y recompensa resultante producto de sus TH/s aportados en el proceso. Por esta razón, no es de extrañar que las comunidades creadas en el seno del desarrollo de la red bitcoin y los protocolos blockchain, hayan comenzado a organizarse emulando esta forma de trabajo colaborativo. Y es que, si algo nos ha enseñado el Bitcoin luego de 10 años cumplidos, es que trabajar en equipo es muy rentable, cuando los objetivos son conocidos y las normas se respetan.

El 14 de diciembre de 2018 nació la Sociedad Venezolana de Fintech y Nuevas Tecnologías, Fintech Venezuela, de la mano de un grupo de promotores con diversas visiones del mercado de criptoactivos en Venezuela, y con el mismo objetivo de crear el primer espacio de encuentro y unión de todos aquellos proyectos, particulares, empresas e iniciativas que tengan como base el uso intensivo de la tecnología para crear soluciones fintech, cripto y blockchain en el país. Tan es así su visión que Fintech Venezuela no posee una estructura organizacional tradicional, debido a que durante su primer año todos los miembros inscritos serán miembros fundadores, y de ese grupo de miembros originarios saldrán postulados los interesados a ocupar los cargos directivos de la sociedad, los cuales serán elegidos en un proceso de votación abierto y descentralizado. En la actualidad (2019) cuentan con un total de 83 miembros, de los cuales 18 son emprendedores y 7 son jurídicos, estando abierto el proceso de inscripción a través de www.venezuelafintech.org

En este mismo orden de ideas, el 08 de febrero de 2019 nace la Federación de Criptomonedas Venezolana (FECRIPVE) @fecripve, de la mano de los desarrolladores de los principales proyectos de criptomonedas nacionales como lo son: Rilcoin, Bolivarcoin, Onixcoin, LKRcoin, WolfCloverCoin, Andescoin y Bancoin, con el objetivo de promover la educación sobre el ecosistema de criptomonedas venezolano, además de fomentar el desarrollo de tecnologías, integraciones e información que cimente y solidifique el mercado de las criptomonedas con sello nacional. De esta manera queda en evidencia la gran importancia del trabajo colaborativo en un ecosistema de desarrollo de medios de pago alternativo como lo es el de las criptomonedas. Y es que impulsar en solitario una nueva criptomoneda como opción válida, en un país en crisis económica, política y social será menos complejo, si se asumen estrategias conjuntas para el crecimiento y desarrollo de las propuestas cripto, descansando en el hecho que cada una de ellas se orienta a segmentos de mercado diferentes y están diseñadas para cubrir necesidades de diversa índole, en el más puro estilo del trabajo de W. Chan Kim y Renée Mauborgne (Teoría del Océano Azul), donde no se es competidor sino aliado en un vasto mercado de oportunidades.

Finalmente, Nakamoto, Tapscott, Botsman, Chan, Mauborgne y tantos otros autores e investigadores académicos nos muestran, como trabajar en equipo resulta rentable, apropiado, necesario y definitorio, cuando los objetivos son conocidos y compartidos entre los miembros de la estructura y las normas creadas de común acuerdo son de dominio público y se respetan y cumplen a cabalidad.

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