Anteriormente el dinero no necesariamente necesitaba de un respaldo, ya que este valía de acuerdo a su propia composición: monedas elaboradas de metales preciosos como el oro o la plata cuyo valor de cambio era el mismo que su valor intrínseco. Sin embargo, las restricciones y fallas de este sistema forzaron a finales del siglo XIX a introducir el patrón oro, el cual era un sistema donde la moneda en circulación no tenía valor por sí misma, sino que era respaldado por una cantidad equivalente de oro. Sin embargo, cuando este sistema se quebraba al momento que un país necesitado de liquidez emita más monedas rebajando su valor, se producían crisis como la hiperinflación alemana de los años 20. Todo esto motivado a que, con el fin de la Segunda Guerra Mundial, se buscara un nuevo sistema que asegurara la estabilidad económica mundial y contribuyera a evitar nuevos conflictos bélicos.

Luego de todos estos acontecimientos, llego la propuesta con los Acuerdos de Bretton Woods en 1994, patrocinados por Estados Unidos, país que había salido de la Segunda Guerra Mundial como la principal potencia militar y económica a nivel mundial, lo que le dio el peso suficiente para que el resto de países aceptaran un sistema por el que todas las divisas pasaban a compararse con el dólar. Estados Unidos se comprometía a mantener el valor de su divisa estable en relación al oro, y el resto de países utilizarían a su vez el dólar como respaldo.

Pero no todo quedo ahí, los problemas económicos por los que pasaba Estados Unidos a principios de los años 70 provocaron que el presidente estadounidense en ese momento, Richard Nixon, decidiera en 1971 terminar con este sistema 30 años después de su creación. Esta decisión fue lo que se conoció como el Nixon shock; a partir de entonces, el dólar y el resto de divisas abandonarían el patrón oro, y pasarían a fluctuar en función a la oferta y la demanda del mercado, sin más respaldo que la promesa de que ese dinero valía lo que decía valer.

El dinero que conocemos actualmente, el no respaldado por el oro u otro metal precioso, ni por otra divisa como el dólar, es conocido como dinero fiduciario o dinero fiat. Este nuevo sistema no quita que su valor también esté influido por diferentes factores que pueden afectar al mercado de divisas como el precio de metales preciosos como el oro, los créditos del banco central o la deuda pública de un país, entre otros.

Ahora bien, lo que resulta más importante en este sistema es la confianza que despierta cada moneda, esto dependerá de la confianza que transmita el país y su moneda y la ley de oferta y demanda. Es por ello que el control que se ejerce sobre el valor de las divisas es bastante exhaustivo, vigilando la cantidad de dinero en circulación y tomando medidas para devaluarlo o aumentar su coste, según sea necesario.