La evolución de la inflación mundial en las relaciones económicas internacionales contemporáneas. Algunas lecciones.

En la década de los setenta el proceso de estabilidad de precios que caracterizó al orden económico mundial luego de los acuerdos de Bretton Woods comenzó a declinar. La inflación se convirtió en un problema grave en las economías avanzadas y emergentes por sus consecuencias negativas para el crecimiento económico, el empleo, la competitividad y los salarios reales. La causa principal para esta aceleración inflacionaria en la década de los setenta fue el incremento de los precios del petróleo lo que provocó una recesión global que sumió a las principales economías avanzadas como los Estados Unidos.

Sin embargo, en las últimas cuatro décadas la inflación global ha descendido en las economías avanzadas, emergentes y en vías de desarrollo; la media del índice de precios al consumidor (global) registró un pico de 16.6% en 1974 para descender al 2.6% en 2017 (Banco Mundial, 2018). Este proceso de desinflación comenzó a mediados de la década de los ochenta en las economías avanzadas y a mediados de los noventa en el caso de las economías emergentes, en vías de desarrollo y de bajo ingreso. ¿Las razones? Cambios estructurales en las economías nacionales y la economía mundial entre los que destacan nuevas políticas monetarias y fiscales, estabilidad cambiaria, shocks en los términos de intercambio (variación de los precios de las materias primas) y creciente integración al comercio y las finanzas internacionales (Banco Mundial, 2018).

Fuente: Banco Mundial en el informe “inflación en las economías emergentes y en desarrollo: evolución, impulsores y políticas”

En nuestro entorno se habla mucho de los efectos negativos que causan la inflación, cabe preguntarse, ¿por qué es tan importante un control sobre inflación? Bajos niveles de inflación están asociados a un uso eficiente de los recursos productivos, a incrementos en la inversión y el ahorro, a un crecimiento económico sostenido con bienestar social, a mayor certidumbre y coordinación de las expectativas de los agentes económicos. Con bajos niveles de inflación, se logra preservar el valor real de los ingresos fiscales e impulsar la competitividad del sector externo (exportaciones). El presente artículo busca evaluar la evolución de este fenómeno en las relaciones económicas internacionales contemporáneas para caracterizar los principales factores y las medidas que provocaron el proceso de desinflación global experimentado en los últimos años. El informe “inflación en las economías emergentes y en desarrollo: evolución, impulsores y políticas” publicado por el Banco Mundial en 2018 será nuestro soporte teórico y estadístico. ¿Qué puede aprender Venezuela? Ya lo veremos.

La inflación global: Precisiones básicas

De acuerdo al Banco Mundial, la inflación global se define como la media del índice de precios al consumidor entre todos los países (el banco estudió 171 economías entre 1970-2018). ¿Qué es la inflación? La literatura económica define a este fenómeno macroeconómico como el aumento general de los precios de bienes y servicios. ¿Cómo se calcula? A través del Índice de Precios al Consumidor (IPC), un recurso que permite evaluar (y ponderar) los precios de una canasta de bienes y servicios en relación con el coste que tenían en un año base. La inflación es causada por desequilibrios esencialmente monetarios, aunque también confluyen otras causas como las expectativas de los agentes económicos y la credibilidad de las instituciones económicas. ¿Las consecuencias de la inflación? Distorsiones en los precios relativos y en las expectativas futuras, en la eficiencia y asignación de los recursos productivos, crea incertidumbre y pobreza en la medida que los ingresos reales caen, contrae el consumo, desalienta el ahorro y afecta a la tasa de crecimiento económico. En el caso de la desinflación, el Banco Mundial la define como “it is a decline in inflation rates, regardless of inflation being negative (deflation) or positive.” (p.30)

La inflación tiene distintos grados, no es lo mismo una inflación de un dígito a una inflación de 4 dígitos. La intensidad y velocidad en el cambio de los precios afectará al IPC y por ende a la tasa de inflación mensual y anualizada. Una inflación baja se caracteriza por una lenta y predecible subida de los precios (inflación de un dígito). Una inflación galopante se caracteriza por una aceleración de los precios y por ende causa distorsiones económicas, se asocia con inflaciones de dos o tres dígitos (caso de Argentina que cerró el 2018 con una inflación del 47%). Finalmente, la hiperinflación es un caso extremo caracterizado por una volátil subida de los precios, colapso de los medios de pagos y una pulverización de los salarios reales, este tipo de procesos se asocia con inflaciones anualizadas de tres dígitos en adelante (nuestro país atraviesa un proceso de hiperinflación que cerró en 2017 en torno a 1 millón 300 mil %).

La inflación en la Historia Económica Mundial

La inflación ha estado presente a lo largo de la historia económica mundial desde la introducción del dinero en metales y monedas y el auge de los primeros imperios como el romano en el siglo III, lo que llevó al emperador romano Diocleciano a decretar controles de precios y salarios para detener el aumento de los precios. En el siglo XVI, Europa occidental experimentó un aumento en el nivel general de precios a causa de variaciones de la oferta monetaria (oro y plata) procedentes de América y otras regiones durante el proceso de conquista. Recientemente, Japón desde la década de los noventa ha estado sometida a un proceso deflacionario (inflación negativa) que ha llevado a su Banco Central a elevar la base monetaria. Podríamos señalar otros casos, pero los mencionados reflejan como los precios han aumentado o declinado durante los procesos de expansión económica y recesiones (ciclos económicos) a lo largo de la historia económica mundial.

La inflación global ha descendido en las últimas décadas (1971-2018). ¿Cómo?

La década de los setenta estuvo caracterizada por un contexto económico internacional turbulento; Richard Nixon, presidente de los EEUU en 1971 decide poner fin al patrón oro, lo que transformó el sistema monetario mundial, pasando de un esquema de tipos de cambios fijos a tipos de cambios flexibles. El patrón ejercía freno a la deuda externa y a la inflación, las cuales aumentaron considerablemente desde 1971. Otro factor que aceleró el proceso de inflación en dicha década fue el aumento de los precios del petróleo y de las fuentes de energía como la gasolina lo que tuvo efectos recesivos en los países industrializados (Banco Mundial, 2018). A este período (1971-1980) se le designa como el proceso de estanflación, un término que hace alusión a inflaciones altas con caídas de los niveles de producción y aumento del desempleo.

Esto llevó a que la inflación global se ubicara en torno al 16.6% en 1974, una media histórica si la comparamos con el período de baja inflación que caracterizó a la década de los sesenta con el patrón oro o a inicios del siglo XX, en ambos períodos la inflación mundial no superó el 5%. No obstante, la tasa de inflación global comenzó a declinar entre la década de los ochenta y noventa en las economías avanzadas, emergentes y de bajos ingresos para ubicarse en torno al 2.6% en 2017.

Este proceso no fue homogéneo para todas las regiones y países, en algunas economías, la desinflación tardó más debido a desequilibrios monetarios y fiscales domésticos que mantuvieron tasas elevadas de inflación. En el caso de las economías avanzadas, durante los ochenta se endureció la política monetaria (alzas en los tipos de interés) aunque el costo en muchos casos fue profundizar la recesión.

En las economías en vías de desarrollo como Argentina, Brasil, Bolivia, Perú y Uruguay llegaron a tener inflaciones que superaban los dos dígitos por varios años pese a diversos intentos de estabilización, en algunos casos se dieron procesos de hiperinflación. Veamos el caso de América Latina.

Fuente: Banco Mundial en el informe “inflación en las economías emergentes y en desarrollo: evolución, impulsores y políticas”               

América Latina y las presiones inflacionarias de la década de los ochenta

América Latina (AL) durante la década perdida, atravesó por presiones inflacionarias que incluso derivaron en procesos hiperinflacionarios (Argentina, Perú y Bolivia son algunos casos). Luego de la política de industrialización por sustitución de importaciones adoptada por la región entre los sesenta y setenta, hubo una fase desordenada que se caracterizó por un gasto público arbitrario, déficits fiscales, endeudamiento externo y sobrevaluaciones del tipo de cambio que abarataron las importaciones (sesgo antiexportador). Esta fase tiene una interrupción súbita durante los ochenta con un contexto internacional desfavorable para la región caracterizado por un aumento de los tipos de interés en los EEUU que encareció el endeudamiento externo y originó un ciclo de impago de la deuda externa.

Esta fragilidad financiera y productiva de AL ocasionó un viraje en las políticas económicas que coincidió con el giro liberal que caracterizó a la década de los noventa donde se emprendieron programas de reformas y estabilización orientados a liberalizar la economía mediante la reducción de los aranceles a las importaciones para impulsar el sector exportador (auge de la integración comercial en el marco del regionalismo abierto) y frenar los desequilibrios macroeconómicos mediante reformas tributarias, desregularización financiera, tipo de cambio competitivo, disciplina fiscal y respeto a los derechos de propiedad. ¿El resultado? Un freno a la inflación, mejoras en el ingreso per cápita y aumento del crecimiento económico.

Fuente: Banco Mundial en el informe “inflación en las economías emergentes y en desarrollo: evolución, impulsores y políticas”

¿Cuáles son las causas de este proceso de desinflación mundial (1971-2018)?

El proceso de desinflación experimentado en las economías avanzadas y emergentes, según el Banco Mundial, engloba una confluencia de factores estructurales domésticos, normativos y externos que se resumen en una mayor transparencia en los Bancos Centrales a través de una coordinación de la política monetaria y fiscal enfocada a la estabilidad de los precios y a la reducción de las expectativas inflacionarias, regímenes cambiarios estables y sin variaciones bruscas (eliminación de los controles cambiarios), reducción de los niveles de deuda externa, creciente integración comercial y financiera mundial y reducción de los desequilibrios domésticos de las economías con mayor disciplina monetaria y déficit fiscal moderado.  Es por ello que la tasa de inflación mundial se estabilizó en niveles bajos a inicios del presente siglo, aunque tuvo una pausa en la primera década del siglo XXI por el incremento de los precios de los commodities (alimentos y energía) y la crisis financiera mundial de 2008, tendencia que comienza a revertirse luego de 2010. Para 2017, la inflación media en las economías avanzadas se ubicó en 1.5%, en el caso de las economías emergentes y en desarrollo en 3.5% y para las economías de bajos ingresos en 5%. En el caso de las economías avanzadas, el riesgo de deflación ha impulsado políticas monetarias expansivas para sostener la demanda. Las economías en desarrollo, debido a que las metas de inflación han descendido por debajo del rango del 60%, hay margen para impulsar políticas expansivas que sostengan la actividad productiva.

El Banco Mundial también señala otros factores que han contribuido a bajar la inflación mundial como la disminución de los precios de los alimentos y la energía puesto que aquellos países dependientes a la importación de estos bienes son más vulnerables cuando hay variaciones bruscas en los precios.

Aunque la volatilidad inflacionaria ha disminuido considerablemente en la mayoría de las economías, aún persiste en aquellos países con estructuras productivas y financieras frágiles y que son dependientes de los shocks externos. El Banco Mundial advierte los desafíos que tendrán que enfrentar estas economías si aumenta la inflación a nivel mundial. Veamos las economías con proyecciones de inflación que superan los dos dígitos. En el caso de Venezuela, se estima en 10 millones por ciento.

Fuente: Fondo Monetario Internacional. Elaboración propia.

Algunas conclusiones del Banco Mundial, la hoja de ruta para un programa de estabilización de la inflación

Finalmente, como hemos podido apreciar la tendencia actual está orientada a mantener bajos niveles de inflación, a excepción de algunas economías como la nuestra; la inflación global no supera los dos dígitos. La hoja de ruta que nos muestra el Banco Mundial en su informe es clara y la podemos sintetizar: debemos establecer marcos coherentes en el ejercicio de la política económica, debe existir autonomía y transparencia en el Banco Central, debe reducirse la volatilidad cambiaria con ahorro e inversión para disminuir presiones inflacionarias, hay que diversificar la estructura productiva y debemos ir hacia un proceso de apertura comercial y financiera a través de las cadenas globales de valor.

Venezuela desde hace 40 años experimenta una inflación crónica que no hemos podido reducirla a un dígito y que terminó en hiperinflación, es el momento de revertir esta tendencia para garantizar un crecimiento económico a largo plazo y mayor bienestar social. Todas las políticas económicas de los países con una inflación de un dígito convergen en algunas premisas esenciales donde los controles excesivos no funcionan, el ahorro interno es indispensable, el déficit fiscal debe ser moderado, la inversión privada y la participación en el comercio internacional son un motor de crecimiento y estabilización de los precios relativos. ¡Nos leemos pronto!