Según el emitido por la FAO, de fecha Abril-Junio de 2019, aparece Venezuela como un país de Alto Riesgo, junto a Sudán del Sur, Burkina Faso, Yemen, Sudán, Nigeria, Camerún, Zimbabue, Afganistán y Haití.

Entre los riesgos en Venezuela destaca, a parte de la hiperinflación, de la contracción del PIB y del deterioro de los servicios básicos, la escasez de alimentos como factor fundamental para garantizar la seguridad alimentaria.

Si se hace un breve recorrido histórico, recordaremos que el impacto de la expansión petrolera generó una ruptura en la evolución de la agricultura preexistente y una cierta discontinuidad en el desarrollo agrícola del país, restándole cada vez más importancia al sector agrario, al punto de llegar a cubrir el déficit de alimentos mediante las importaciones.

En las últimas seis décadas, el aumento en la producción agrícola ha sido inferior que el incremento poblacional, abasteciendo esta demanda interna insatisfecha a través de las importaciones de rubros alimenticios; mientras que la superficie cosechada ha permanecido constante desde el año 1950, tal como se refleja en el siguiente gráfico:

Venezuela: Población, Producción Agrícola Bruta y Superficie Cosechada durante 1950-2010

Al hacer un análisis de las estadísticas agrícolas, se observa que Venezuela cuenta con una superficie total de 90 millones de hectáreas (ha) y según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y del Ministerio de Agricultura y Tierras (MAT), en conjunto con Fedeagro, para el año 2010 se contabilizaron un total de 27 millones de hectáreas con uso agropecuario y forestal, destacando que solo 3.358.792 hectáreas forma parte de la superficie agrícola, es decir, apenas un 12,4%  son terrenos arables para cultivos.

Además, cuenta con un promedio de 0,12 hectáreas cultivables por habitante, que se obtiene de dividir el total de la superficie agrícola de 3.358.792 hectáreas, entre el número de habitantes que según cifras del último censo del INE es de 28.198.255; teniendo la ventaja que por el clima sin invierno, es capaz de obtener dos ciclos productivos al año.

Esta es una cifra aceptable si se le compara con otros países, como Chile, que cuenta con 0,19 hectáreas por habitante, con solo un ciclo productivo anual, y Perú, que cuenta con 0,13 hectáreas por habitante, con importantes áreas capaces de producir en dos ciclos anuales de cultivo.

Estos tres países tienen aproximadamente la misma proporción de tierras cultivables por habitante, no obstante, los dos países citados (a modo comparativo) tienen actualmente capacidad para alimentar a su población y generar un gran volumen de productos exportables. Mientras que al contrario, Venezuela no tiene capacidad para alimentar a su población, ni de exportar, y al menos desde la década de 1940, se ha caracterizado por ser un país importador.

El porcentaje de importaciones fue en aumento en forma sostenida, hasta alcanzar una cifra en torno al 50% de los alimentos que se consumían durante la década de 1980-1990; inclusive de aquellos que se podían producir en el país, y cuando un país no es capaz de producir lo que consume (refiriéndose al tema agroalimentario), estará destinado a la dependencia de las importaciones (como factor variable dependiente de la cantidad de divisas obtenidas por la venta de barriles de petróleo), o a padecer los embates de la crisis alimentaria (tal como se padece en la actualidad), todo esto hasta tanto no se logre diversificar la economía.

Sobre el Indicador Producción/Consumo

En el ámbito de la Seguridad Alimentaria, el MAT junto con el INE, llevaban los registros de desempeño de la producción agrícola nacional y del consumo aparente, a través del indicador Producción/Consumo. Dichos registros están publicados hasta el año 2011, donde se evidencia el déficit en la producción agrícola nacional para suplir el consumo de varios rubros, entre los que destacan los granos leguminosos, las trece especies frutales y las hortalizas. Dicha información es presentada en los siguientes gráficos:

Sobre el Producto Interno Bruto Agrícola (PIBA)

El promedio anual de la producción nacional total (representada por el PIB) de la última década, se ha ubicado alrededor de los US$ 240.000.000.000, de los cuales solo el 5%, equivalente a US$ 12.000.000.000, corresponde al Producto Interno Bruto Agrícola (PIBA), siendo esta una cifra muy baja cuando se trata de garantizar la seguridad alimentaria de un país con alrededor de 30 millones de habitantes. En este PIBA se concentran nueve rubros: leche, carne, maíz blanco y amarillo, pollo, azúcar, oleaginosas, cultivos tropicales, cítricos y las especies acuáticas.

En el lapso 2008-2015, el Ministerio de Agricultura y Tierras (MAT) registra una caída del Valor de la Producción Agrícola (VPA) del 9,69%, con un decrecimiento en términos per cápita del 18,64%. Mientras que en los rubros de gran importancia, los cuales constituyen más del 70% del VPA; tales como: maíz, arroz, sorgo, caña de azúcar, café y carne bovina, la caída de la producción, reportada por el MAT es extremadamente crítica, tal como se refleja en el siguiente cuadro:

Producción de Rubros Agrícolas (2008 – 2015)

Fuente: Ministerio del Poder Popular para la Agricultura y Tierras (MAT)

Sobre la respuesta a la pregunta planteada al inicio

En efecto, los resultados del sector agrícola, reflejan el recrudecimiento de la crisis en este sector, evidenciando que la seguridad alimentaria en Venezuela se encuentra en alta vulnerabilidad, situación agravada en los últimos años por la caída del ingreso petrolero. En este sentido, la caída de la producción nacional y de las importaciones se ha traducido en la reducción de los niveles de consumo, desnutrición y empobrecimiento de la población.

Ahora bien, si sobre la base de estas cifras se hacen proyecciones para el próximo año 2020, luego para los siguientes dos lustros, “manteniendo los demás factores constantes”, tendríamos que para el año 2030, ya no se hablaría de Inseguridad Alimentaria, sino de Supervivencia Alimenticia, al disponer de la misma superficie cosechada para producir mayor cantidad de alimentos para un creciente número de habitantes, lo cual sería posible hacer a través del mejoramiento de la técnica agrícola y del progreso tecnológico.

De allí que, según el Informe mencionado al inicio sobre el Reporte de Alertas Tempranas (Early Warning Early Action) sobre la Seguridad Alimentaria y la Agricultura, emitido por la FAO en Junio de 2019, se considera que el mayor riesgo que puede afrontar Venezuela para los próximos años sería la Inseguridad Alimentaria, ya que la tendencia describe a un sector agrícola en recesión, con insuficiente producción para alimentar a su población.

Así que solo quedan dos opciones: Asumir el reto de no “mantener los demás factores constantes” o “padecer con mayor fuerza los embates de la crisis alimentaria”.

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