El mundo está viviendo una serie de cambios en distintos niveles, ya sea político, económico, social, etc. Todas estas transformaciones se dan dentro de un escenario, y es nuestro planeta.

No hace falta ser muy inteligente para saber que la economía es una ciencia que de una u otra manera condiciona la existencia del ser humano, ya que, si esta sufre algún cambio, nuestro modo de vivir también lo hará. El crecimiento económico es importante para todas las naciones y las actividades económicas que se lleven a cabo delimitan dicho progreso.

Básicamente las actividades económicas se estriban en las materias primas, por ello estas se explotan de diversas maneras, sin embargo, llega un punto donde hacemos un aprovechamiento excesivo y se quiebra la estabilidad del medio ambiente, dando paso a distintos problemas como deforestación, contaminación de los mares, riego o fugas de petróleo, mal procesamiento de los desechos, destrucción del habitad, etc. Dada las diversas problemáticas que genera la actividad económica en el ambiente, los gobiernos accionan mecanismos para aplacar el impacto ambiental sin embargo algunos países se resisten a dejar ciertas actividades por temor a que su economía decaiga y se vean vulnerables frente a sus rivales. Tomando en cuenta la premisa anterior surgen una serie de interrogantes que desembocan en el pensamiento que el medio ambiente y la economía nunca podrán conciliarse.

Muchos críticos han apuntado que la actividad económica debe prevalecer ante el cuidado del medio ambiente, no obstante, el optar por esa ideología conduciría al ser humano a la decadencia, porque de nada serviría tener una economía vigorosa si es que aceleramos el fallecimiento del planeta, por ello es que vislumbramos una solución que se ve reflejada en las “energías limpias o verdes”.

Las energías verdes es el camino por el cual deben inclinarse todas las naciones, con ellas no solo preservaremos el equilibrio económico sino también cuidamos el planeta y las especies que viven en él, incluyendo la raza humana. Organizaciones internacionales luchan férreamente por el resguardo y cuidado del planeta, además saben que la economía puede llevarse bien con él, entre ellas tenemos: World Wildlife Fund, Greenpeace, The Nature Conservancy, Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Friends of the Earth, Earth Action, Environmenal Defense Fund, entre otras.

Cabe resaltar que tenemos países que han sabido llevar de la mano el crecimiento económico con la protección del medio ambiente, a través de leyes ambientales, políticas públicas orientadas al cuidado del planeta y el crecimiento económico sostenible. Según “El Índice de Rendimiento Ambiental o Índice de Desempeño Ambiental (Inglés: Environmental Performance Index, siglas EPI)”  publicado en el 2014, se clasificaron a 163 países con 25 indicadores que miden la salud del medio ambiente en aspectos como impactos en la salud, calidad del aire, agua y saneamiento, recursos acuíferos, agricultura, bosques, hábitat y biodiversidad, clima, energía y pesca. Este índice mide, sobre todo, la efectividad de las políticas aplicadas en cada país para proteger el medio ambiente; por ello, sirve de referente para promover mejoras, entre los primeros lugares se encontraron: Suiza, Luxemburgo, Australia, Singapur, República Checa, Alemania, España, Austria, Suecia y Noruega. Otro estudio elaborador por la revista financiera Forbes en octubre del 2015 estableció que Suiza, Luxemburgo, Australia, Singapur y República Checa son los principales países que impulsan más políticas para el cuidado del medio ambiente, según el Índice de Desempeño Ambiental elaborado por el instituto Práctica Global.

La economía y el medio ambiente no son enemigos, pero uno de los dos no tiene por qué afectar al otro, debemos tener en cuenta que cuidar el planeta es importante porque de nada sirve tener una economía muy fuerte si es que la próxima generación no recibirá un espacio habitable o en el peor de los casos, acercar la raza humana a la extinción.