Pareciera ser ineludible al transitar por ciudades de América constatar el fenómeno del miedo a los espacios públicos y comunes, ¿Y cómo puede ser esto?, ¿Cómo podemos tener miedo a lo abierto y común?, el miedo a estos espacios es el efecto a lo que algunos técnicos especialistas llaman inseguridad, pero, ¿Qué es la inseguridad?, si hacemos una pequeño análisis podemos llamar inseguridad a la realidad de no tener defensa ante un hecho que atente contra la seguridad del ciudadano en cualquier índole como el robo, el hurto, la violación o el asesinato, siendo la Inseguridad una percepción ante una realidad de carácter social, no es una personalidad o un sujeto como hemos creído hasta ahora, al cual podemos enjuiciar, encarcelar y dar pena de muerte, es un factor social que merma frente a la transformación de la realidad de cada ciudadano a no sentir que pueda ser víctima de un acto de estos o que de ocurrir ser librado bajo el derecho y la causa justa. La inseguridad se volvió algo público sin doliente, ni preocupante, ni ocupante, indiscutiblemente no se puede subestimar el papel de los actores sociales para recuperar la sensación de seguridad sobre todo en los espacios de encuentro y de intercambio ciudadano como los espacios públicos, plazas, teatros y demás, sin embargo antes de atacarlo debemos comprender su causa y origen o estaremos cansados, agotados y sin recursos como un felino persiguiendo la luz y que jamás ve el foco como en esos vídeos muy graciosos de internet..

¿Qué causan los hechos de violencia social que genera inseguridad?

En primer lugar, la segregación de grupos sociales y demarcación de espacios sociales pueden generar como efecto el desplazamiento y la marginación al sistema social dominante a muchos de estos grupos, afectándolos en la imposibilidad de convivencia y el desarrollo al mismo ritmo que aquellos no marginados por no tener las mismas o en muchos casos ninguna de las oportunidades que los no marginados poseen; siendo el acto de arrebato por parte de los marginados la posibilidad más cercana de avance antes de que la marea de desarrollo los arrastre y lo extermine de su existencia; Al no ser asumida con pertinencia y sin sesgos esta variable se va convirtiendo en formas de vida y lleva a la creación de  organizaciones con objetivos fundamentados en esta filosofía de arrebato que viene acompañada a la toma de  un determinado territorio y de organizaciones para su operación.

La impunidad en nuestro sistemas estatales de justicia prevalece, el letargo y la anacrónica burocracia también es un factor decisivo que al favorecer la resolución de conflictos propios de la segregación social, donde priman la resolución de conflictos de intereses individuales ante la aplicación de justicia colectiva que brinde garantías de convivencia y nos permita que los hechos punibles no sean la forma o método de operación delictiva al ser penados con eficiencia.

La desocupación de espacios y el desplazamiento forzado derivado de las prácticas delictivas impulsadas por la cultura de la violencia y la pugna de supremacía social de los sectores segregados que está fundamentada en gran parte en la industria armamentística y  de las herramientas de “seguridad” nos establece la obligación a la creación de espacios seguros aislados y hasta encerrados por los productos y servicios que estos nos proveen, todos estos de carácter comercial y privado hasta en el mínimo grado como el acceso amparados en permisologías y la bendición del mismo ente público responsable de la disminución de los tres principales factores ¿Qué irónico? ¿No?

Podemos citar la muy singular decisión de un presidente de los EEUU de proteger su nación de la sensación de amenaza personalizada en un ciudadano migrante, sea la realización de un muro, y la respuesta del mundo y hasta la mía propia fue el rechazo y la condena a una política xenófoba y discriminante, acuñada a todo el costo económico que este representa y quienes deberán pagarlo, suena escandaloso ¿No?, ¿Estas prácticas a gran escala? Hagamos el ejercicio de establecer la solución idónea y predilecta de nuestras sociedades ante la realidad de inseguridad, el aislamiento. ¿Podrá solucionar el problema del migrante Donald Trump con un muro?, ¿Podremos solucionar el problema de inseguridad encerrados los “buenos” y libres los “malos”?, ¿Quién está siendo beneficiado con el aislamiento?

La desocupación de nuestras ciudades como espacios de convivencia, la desocupación de los espacios públicos y la planificación urbana hacia el aislamiento nos trajo a la cerca como la solución a nuestra intranquilidad, esta podría permitir que la inseguridad hecha persona no logre entrar a nuestro espacios y es que no nos hemos planteado que basamos con ellos una ley de opresión voluntaria. Debemos avanzar a la creación de políticas urbanas de ocupación constante y de convivencia que libre las barreras de segregación y delimitación de actores sociales para reafirmar el intercambio como la variable determinante de nuestro crecimiento ciudadano. Vayamos enmarcados en la abolición de los marcos jurídicos y sociales como la irrupción ciudadana a la ocupación de nuestros espacios públicos. Seamos ciudadanos de valentía, venzamos el miedo.