La palabra “recesión” resuena con cada vez más fuerza en los mercados financieros alrededor del globo. Un creciente número de indicadores económicos sugieren que la economía global está cerca de contraerse, generando nerviosismo generalizado. El nerviosismo es entendible, la última recesión fue seguida por caos económico y el colapso del mercado. No obstante, las recesiones no necesariamente están atadas a crisis. De hecho, son parte natural del ciclo económico: todo periodo de expansión llega a su fin desenlazándose en una breve contracción económica.

Más allá de la naturaleza de las recesiones, la que actualmente asecha a los mercados es particularmente indescifrable. La economía americana, el termómetro económico mundial, experimenta su más larga expansión (122 meses y contando), además, el número de desempleados está en los niveles más bajos vistos en décadas. Aun, así como se mencionó, un número de indicadores sugiere que estamos a la vuelta de la esquina de una recesión. Es difícil no pensar en la llamada “falacia del pavo”, aquel pavo que es alimentado todos los días y asume que lo será por siempre, hasta que para su sorpresa es sacrificado para convertirse en la cena. No porque algo ha estado sucediendo significa que lo seguirá haciendo por siempre. Por suerte puede que esta vez, al contrario del pavo, podamos prever el futuro y evitar que nos tome por sorpresa.

El Ciclo Económico

Para entender las causas de las recesiones e intentar descifrar el porvenir cercano de la economía mundial es importante comprender el ciclo económico.

La economía es algo bastante sencillo, es la suma de todas las transacciones que se dan, el gasto de alguien es el ingreso de otro. En su más forma básica la economía permite a sus miembros solo consumir lo que producen, es decir, solo pueden gastar lo que generaron monetariamente. Por lo tanto, para que la economía crezca es necesario que sus miembros produzcan más. No obstante, cuando se añade el factor crédito a la economía, se puede gastar más de lo que se produce y es posible crecer la economía sin que aumente la producción. Gracias al crédito, la economía es cíclica.

Sin entrar en mucho detalle, el ciclo está dictado por el consumo y la disponibilidad de crédito. Esta última, es un resultado directo de las tasas de interés impuestas por los bancos centrales, si los intereses son altos el crédito es más costoso, por lo tanto, menos personas lo piden y si son bajos, lo opuesto sucede. Cuando las personas piden crédito pueden aumentar su consumo y como el gasto de uno es el ingreso de otro, la economía crece desembocando en inflación y más empleo. Esto es la parte del ciclo llamada expansión. Sin embargo, la inflación debe ser controlada para que no llegue a niveles excesivos por lo que el banco central aumenta los intereses para recortar el consumo y frenar la inflación. A su vez esto se mezcla con el número de personas que tiene que repagar su deuda, ahora con intereses más altos. Para permitirse repagar sus deudas los consumidores recortan gastos y como el gasto de uno es el ingreso de otro, esto genera un efecto domino en la economía que pasa de expandirse a detenerse o contraerse ligeramente, esto se conoce como recesión.

Cabe destacar que las fases del ciclo pueden variar en severidad. Por ejemplo, durante la fase de expansión las deudas pueden crecer mucho más rápido que los ingresos, el precio de los activos se infla y se genera una burbuja que tarde o temprano explota generando no solo una recesión sino una crisis como sucedió en 2008.

¿Se aproxima una recesión?

La economía de EEUU se encuentra en su expansión más larga de la historia, el número de desempleados nunca había estado tan bajo y la inflación, aunque baja, es relativamente sana. Además, es importante notar que la recuperación postcrisis ha sido también la más lenta de la historia. Por lo cual, la exuberancia que usualmente precede las recesiones parece no estar presente. Todas buenas señales de que el crecimiento puede continuar.

 

No obstante, también abundan las señales de que la economía mundial se dirige a una recesión. Las economías de Reino Unido y Alemania se contrajeron -0,2% y -0,1% respectivamente este trimestre, alimentando los miedos de que el ciclo expansivo se dirige a su fin.

Asimismo, los inversionistas han estado moviendo sus fondos a activos más seguros como el oro lo que ha causado un surgimiento importante en su valor. Al mismo tiempo el precio del cobre, elemento usado ampliamente en industrias de fabricación, ha venido decayendo implicando una menor demanda.

Sin embargo, el más preocupante signo de una posible recesión es la inversión de la curva de rendimientos de los bonos americanos. Hecho que cada vez que ha ocurrido ha sido seguido por recesiones. Para entender por qué importa esta señal, hay que entender ciertos elementos de los bonos.

El rendimiento de un bono es lo que ganarías (en porcentaje) si compraras el bono y lo mantuvieras hasta su madurez. Es decir, si compraras un bono hoy en día con un rendimiento de 2% y lo sostienes hasta su madurez, ganarías 2% sobre el precio del que lo adquiriste. La curva representa el rendimiento de cada tipo de bono según tu fecha de madurez. Los bonos que tienen una madurez más larga (es decir que su principal es repagado más tarde en el futuro) suelen ofrecer rendimientos más altos ya que los inversionistas prefieren tener el retorno de su inversión lo antes posible y por lo tanto demandan mayor retorno a su inversión. La lógica opuesta aplica para los bonos de madurez corta, que suelen ofrecer rendimientos más bajos.

Sin embargo, cuando los inversionistas presagian que una crisis se aproxima, mueven su dinero a los bonos de larga madurez ya que son instrumentos financieros seguros y además pueden resguardar su inversión por un largo tiempo. Esto causa un alza en el precio de los bonos de larga duración y por lo tanto el rendimiento decae. La caída puede ser tan severa que incluso puede decaer bajo los rendimientos de los bonos de más corto plazo.

Esto habla del estado conductual de los inversionistas. Cuando sucede, sugiere que los inversionistas son pesimistas para el futuro próximo y que una crisis puede estar cerca.

Las siguientes dos imágenes muestran cómo se han comportado los bonos recientemente. La primera compara el rendimiento de los bonos de 3 meses contra el de 10 años, véase cómo la tendencia se invirtió en los 2000 durante la burbuja de tecnología y en el 2007 antes de la crisis financiera. La segunda imagen es donde se encuentra el rendimiento de cada bono según su duración. La línea azul marca como se veía la curva hace un año y la roja como se ve hoy en día.

 

¿Crisis o No?

La inversión de la curva, el hecho de que los inversionistas están buscando resguardarse en activos más seguros y la leve contracción de algunas economías avanzadas, son señales preocupantes. Adicionalmente, eventos como Brexit, la guerra comercial chino-americana y el resurgimiento del populismo político han aumentado la incertidumbre en los marcados.

Por otro lado, los fundamentos parecen estar en orden. Aquellas compañías que no han sido significativamente afectadas por la guerra comercial están produciendo retornos saludables, hay crecimiento de empleo, y es difícil encontrar áreas de la economía que parezcan una burbuja.

Y aunque los indicadores envían señales contradictorias, lo cierto es que los ciclos en la economía son algo natural, algo que ha sucedido y algo que seguirá sucediendo. Estamos experimentado globalmente una de las expansiones económicas más largas, lo que quiere decir que estamos más cerca del 9no inning que del primero. También hay que recordar el factor conductual de la economía, donde la mente colectiva, que es voluble e irracional, determina el futuro. Poco basta que la economía sea sana o no, si la multitud decide que no lo es, cambia del día a la mañana y las crisis o bonanzas se convierten en profecías autocumplidas.

Por lo tanto, es imposible predecir cuándo empieza una recesión. A su vez, es imposible decir que hay una recesión en el futuro y estar equivocado. Lo que si podemos hacer es prepararnos.