A partir del 1° de enero de 2008 mediante Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Reconversión Monetaria el Ex Presidente Chávez decidió restarle tres ceros a la moneda para combatir la inflación y fortalecer el signo monetario. Ronald Balza, economista y decano de FASES de la UCAB en su momento expreso sus preocupación por el hecho que dicha reconversión se limitaba a una medida cosmética. En aquel momento la propuesta de eliminación de los ceros de la moneda se limitaba a eso, eliminar tres ceros a la moneda sin proponer un plan de ajuste o de estabilización, la reconversión que tendría efecto a partir de enero del 2008 no se enmarcaba dentro de una política antiinflacionaria, por el contrario era una medida aislada sin mayores alcances. Diez años más tarde nuevamente se coloca sobre la mesa una propuesta similar, por segunda vez se propone la eliminación de tres ceros a la moneda acompañado con la introducción de una nueva familia de billetes, y por segunda vez se vende la idea con las misma promesas que ya habían quedado enterradas en la memoria del ciudadano. En diciembre de 2016 se presentó al país la nueva familia de billetes que contaría con denominaciones que iban de Bs. 500 hasta Bs. 20.000 y que comenzarían a circular a partir del 15 de diciembre de 2016, aparición que se hizo esperar hasta muy pasada la fecha prometida, para luego en noviembre de 2017 se anunciara la introducción de un billete de Bs. 100.000, billete que vendría con importantes debilidades, por un lado su enorme parecido con el billete de Bs. 100, que luego de intentar ser desmonetizado ha sido prorrogado incontables veces, por otro la disparidad de cantidad que presente al reflejar en número un valor de Bs. 100 mientras que en letras se lee Bolívares cien mil.

Cabe recordar que Venezuela afronta una importante crisis de efectivo que no ha podido ser paliada y que ha venido agravándose inevitable y progresivamente, entre las promesas que acompañan el anuncio de esta nueva reconversión monetaria se encuentra la de solventar la escasez de efectivo que padece el ciudadano. Es bien sabido y ha sido suficientemente explicado que la causa de esta falta de billetes obedece a la estrepitosa caída de la relación de billetes y liquidez que de acuerdo a distintos especialistas ha llegado a caer al 3 %, una cifra verdaderamente alarmante y que nunca se había registrado en la historia contemporánea de Venezuela, de acuerdo a Henkel García, socio y director de Econométrica, esta relación debería estar entre 12 % y 14 %. Atribuir la falta de efectivo a “mafias” que llevan los billetes fuera de las fronteras de Venezuela no va mas allá de teorías de conspiración, que como es costumbre en la actual administración, se centran en las consecuencias en vez de las causas del problema.

El anuncio no toma por sorpresa a la opinión pública, ya semanas atrás el economista y diputado José Guerra había alertado acerca de la posibilidad que se estuviese discutiendo quitarle tres ceros a la moneda nuevamente, la confirmación sobre sus sospechas no se hizo esperar, la reconversión ya es un hecho, al menos teóricamente, tocara esperar que pudiese ocurrir en la práctica. A pesar que la manera como se plantea la eliminación de los tres ceros guarda estrecha similitud con la realizada hace una década atrás, el cuadro que enfrenta el país es realmente critico, el país atraviesa un fenómeno hiperinflacionario, acompañado de  su cuarto año de caída del PIB y una merma considerable en su producción petrolera, el diagnostico de la economía venezolana es reservado y no parece avistarse soluciones a corto, mediano e inclusive a largo plazo, por pesimista que pudiese sonar.

Dentro de una situación de esta magnitud pareciese inviable la introducción de un nuevo cono monetario. La nueva familia de billetes que incluía el billete de Bs. 100.000 presentaba severas fallas en cuanto a la dotación que se realizaba a la banca pública y privada, no es un secreto para nadie que existen montos máximos para retiro por taquilla, esto a causa de la poca disponibilidad de efectivo con que cuentas las entidades bancarias, siendo el denominador común observado en los últimos meses que el grueso de las remesas enviadas a los bancos se destinan a fechas puntuales como los pago de pensiones del IVSS. Según declaraciones de Asdrubal Oliveros, economista y director de Ecoanalítica, el costo de la reconversión del 2008 estuvo alrededor de US$ 40 millones, costo el cual la banca al día de hoy no está en condiciones de asumir. Aun cuando el billete de Bs. 100 debió ser desmonetizado luego de continuas prorrogas continua circulando hasta el día de hoy con un peso importante en la existencia de billetes y la coexistencia de dos familias de billetes se pretende desmonetizar todo el cono actual a partir de junio, cuando comenzará a circular el nuevo cono monetario.

A pesar de su corta existencia el billete de Bs. 100.000 ha perdido el 75 % de su valor, de acuerdo a declaraciones de Guerra. La esperanzas depositadas en el nuevo cono monetario se esfumaran conforme se acerque su llegada, en un escenario de hiperinflación la moneda pierde su valor a pasos agigantados y los precios comienzan una escala exponencial, los individuos intentan deshacerse lo más rápido posible del dinero intentando refugiarse en la compra de activos que preserven su valor o simplemente abasteciéndose de bienes que se encarecerán en días o incluso en horas, la destrucción de los sueldos y salarios es monumental sin contar que la capacidad de ahorro desaparece a la vez que hacerse de crédito se convierte en la mejor opción ante las tasas de interés negativas. El nuevo cono parece nacer sin signos vitales o al menos agonizante, al día de hoy la futura familia de billetes que incluye, hasta los momentos, dos monedas y ocho billetes,  se compone de denominaciones que parecieran entrar en desuso incluso antes de entrar en circulación, las monedas no tienen hoy, mucho menos en el futuro, un uso apreciable, su poder de compra es casi inexistente, son contados por no decir inexistentes los bienes que pueden ser comprados con dichas monedas, con el acelerado incremento de precios es posible que al momento de entrada en circulación de los nuevos billetes la mayoría de estos entren rápidamente en desuso, siendo necesario agregar nuevas especies monetarias en el muy corto plazo tal como billetes de Bs. 1000, Bs. 2000, Bs.  5000 y así sucesivamente.

El anuncio realizado en días pasados no pasa de ser una medida cosmética que no vendrá a resolver ninguno de los problemas que afronta el signo monetario venezolano, su implementación debería venir acompaña de un plan de estabilización que abarque todas las aristas de la profunda crisis que atraviesa el país, medidas asiladas no lograran florecer en medio del atolladero a donde ha conducido la gerencia chavista al país. El deterioro del sistema de pagos en Venezuela es de importantes dimensiones y debe ser atendido de manera inmediata, en un país donde existe una gran población desbancarizada la actual problemática puede desembocar en un empobrecimiento más rápido del que ya se ha estado presentando. Los sectores informales e incluso los formales que dependen de la existencia de efectivo para asegurar la preservación de su actividad económica se están viendo severamente afectados, los pensionados y jubilados que no tienen acceso a los sistema de pagos electrónicos sufren penurias para conseguir algo de efectivo, los perversos incentivos que se generan a partir de la escasez de efectivo llevan a que personas inescrupulosas se dediquen a la venta de efectivo por un valor absurdamente superior a su valor nominal, todas estas son consecuencias del deterioro de la incapacidad del BCV de dotar a la banca de las cantidades necesarias de efectivo para atender las necesidades del público, no de mafias ni guerras económicas imaginarias que solo existen en la mente de quienes defienden a ultranza un modelo económico fracasado.