Imagina esto: un coche sin conductor cruza en busca de pasajeros.

Después de dejar a alguien, el auto usa sus ganancias para un viaje a una estación de carga. Excepto por la programación inicial, el automóvil no necesita ayuda externa para determinar cómo llevar a cabo su misión.

Ese es un «experimento mental» presentado por el ex colaborador de bitcoins Mike Hearn en el que describe cómo bitcoin podría ayudar a las organizaciones sin líderes a impulsar 30 o más años en el futuro.

Lo que Hearn describió es un caso de uso de los sueños para una organización autónoma descentralizada, o una DAO, una idea que se desencadeno en la comunidad poco después de que se lanzara Bitcoin en 2009. La idea es que si Bitcoin puede acabar con intermediarios financieros, entonces tal vez las empresas y otras organizaciones pueden algún día operar sin gestión jerárquica.

En resumen, los DAO tienen como objetivo codificar ciertas reglas que una empresa tendría desde el principio. Esto podría ser apartar un cierto porcentaje de ganancias para una causa o determinar un proceso mediante el cual se podría cambiar dicha regla.

En resumen, esto es similar a cómo funciona una compañía normal. La gran diferencia es que las reglas de las empresas normales no se aplican digitalmente.

El intento más conocido de crear una organización de este tipo se llamó «The DAO».

Lanzado en 2016, el proyecto fracasó en cuestión de meses, pero es un buen ejemplo de lo que las personas tienen en mente cuando hablan de la tecnología.

El plan era que los participantes recibieran tokens de DAO y luego votaran por qué proyectos financiar. Para seleccionar los proyectos en los que invertir, se basó en la «sabiduría de las multitudes».

Hay algunas maneras en que la DAO pretendía mejorar la gobernanza de las organizaciones actuales:

Cualquier persona con acceso a internet podría tener tokens DAO o comprarlos.
Los creadores de DAO podrían establecer las reglas por las que votaron.
En resumen, los DAO funcionan de manera similar. Se basan en contratos inteligentes o en reglas preprogramadas que describen lo que puede suceder en el sistema.

Estos contratos inteligentes pueden programarse para llevar a cabo una variedad de tareas, como repartir fondos después de una fecha determinada o cuando un cierto porcentaje de votantes acuerdan financiar un proyecto.

Algunos defensores dicen que puede funcionar para una organización donde se debe tomar cualquier tipo de decisión, no solo aquellas relacionadas con el dinero.

Esencialmente, lo ven como una forma de garantizar criptográficamente la democracia, donde los interesados ​​pueden votar para agregar nuevas reglas, cambiar las reglas o destituir a un miembro, por nombrar algunos ejemplos.