La confianza (trust) entre las personas es indispensable para afianzar las economías de mercado. La confianza es necesaria para hacer amistades, formar parejas, familias y organizaciones y por supuesto juega un rol esencial en los intercambios económicos. En ausencia de confianza entre personas y empresas, las transacciones de mercado se cortan, y en ausencia de confianza en las instituciones y líderes de un país, la legitimidad de la política económica se pierde.

Adicionalmente, los vínculos interpersonales basados en la confianza son vitales para la salud y el bienestar humanos. La evidencia empírica reciente en humanos ha identificado el rol de las hormonas neuroactivas, especialmente la oxitocina, como facilitador de conductas pro-sociales basadas en la confianza.

La mayor parte de la evidencia reciente indica que la confianza entre conciudadanos contribuye al éxito económico, político y social de los países. Sin embargo, las bases neurobiológicas de la confianza entre seres humanos recién se están empezando a conocer a fondo. En mamíferos no humanos, por ejemplo, la oxitocina juega un rol muy importante en lo que respecta a fomentar interacciones sociales positivas, permitiendo superar su natural tendencia a evitar los lazos de proximidad, facilitando de esta forma conductas animales pro-sociales.

En humanos, recientes experimentos neuroeconómicos han demostrado que la recepción de una señal de confianza desde un extraño está asociada con una liberación endógena de oxitocina por parte del cerebro y también que niveles elevados de oxitocina han sido fuertemente asociados con conductas de reciprocidad de dichas señales de confianza.

La oxitocina es sintetizada en el hipotálamo (sistema límbico) y luego es liberada hacia el sistema circulatorio. En humanos, tanto determinadas áreas del cerebro asociadas con la memoria (la banda diagonal de Broca y el núcleo basal de Meynert), como áreas asociadas con las emociones (hipotálamo y amígdala) presentan una importante acumulación de receptores de oxitocina, si bien hay receptores de oxitocina distribuidos en todo el cerebro. Y dicha distribución de receptores de oxitocina en áreas límbicas sugiere que la decisión de confiar en otros tiene un importante componente emocional, y por lo tanto un alto componente de rapidez y de baja introspección al momento de decidir.

Paul Zak, eminente neuroeconomista, llama a la oxitocina “la molécula moral“, ensayando que esta hormona traduce la razón por la cual el comercio global funciona, promoviendo actividades, mecanismos y motivos recíprocos de confianza, que consolidan las bases psicológicas de quienes conducen las transacciones comerciales.

En varios de sus estudios, Zak muestra que los efectos endocrinológicos podrían ser una nueva explicación (independiente de las causas institucionales) para el problema de los diferenciales de confianza observados entre países, indicadores directamente asociados con los mayores o menores niveles de inversión y de desarrollo económico de cada país. De esta forma, existen condiciones medio-ambientales específicas en algunos países, que impactan en los niveles de oxitocina de sus habitantes, y que pueden conducir a mayores niveles de confianza. Específicamente, naciones que tienen altos ingresos per cápita, medio-ambientes limpios y que consumen mayor cantidad de alimentos con fitoestrógenos tienen buenas probabilidades de mostrar altos niveles de confianza generalizada entre sus habitantes, lo que facilita las transacciones económicas en general y los niveles de inversión en particular.

La oxitocina es clave para la empatía, la generosidad y la confianza, es decir, el pegamento social que permite crear familias, comunidades, sociedades y prósperas economías librecambistas. Probablemente, los teóricos en desarrollo económico deban empezar a mirar estos nuevos enfoques, para matizar un poco con los modelos econo-matemáticos, mejorando probablemente su capacidad predictiva.