El dinero fiduciario con monopolio de emisión

El modelo monetario actualmente predominante en el mundo se basa en la utilización del dinero fiduciario, es decir, de aquel dinero que se apoya en la fe de la comunidad y no posee ningún respaldo. Este régimen de papel moneda es un esquema social y económicamente destructivo con consecuencias seriamente nocivas, aún más de lo que la mayoría de la gente imaginaría.

El mismo esencialmente se basa en la banca central (en otras palabras, en un banco central que patrocinado por el gobierno tiene el monopolio de emisión) y en la banca de reserva fraccionaria, que implica que los bancos sólo deben mantener una fracción del monto de los depósitos que realizan sus clientes.

Medio de intercambio inflacionista

El dinero fiduciario es inflacionista, por tanto, beneficia a unos pocos a costa de muchos otros, causa sistemáticamente ciclos de auge y declive, lleva al sobreendeudamiento y corrompe la moral de la sociedad.

Para comprender los frutos derivados de un sistema monetario basado en dinero fiduciario es necesaria la apreciación de lo que realmente es dinero. Ludwig von Mises destacaba que el dinero solo tiene una función: ser medio de intercambio, es por ello que un incremento en la existencia de dinero no otorga un beneficio social, ni puede hacerlo. Todo lo que hace es reducir necesariamente el poder adquisitivo de una unidad monetaria, es más, un aumento en la cantidad de dinero tampoco es “neutral”, particularmente beneficia a los primeros receptores  a costa de los últimos, una idea conocida como el “efecto Cantillon”.

Este sistema primariamente depende de la demanda de dinero. Mientras la gente aumenta su demanda de dinero la oferta puede aumentar sin problemas.

Sin embargo, si la demanda de la gente disminuye en relación con la oferta, el mismo entra en un contratiempo, pues entonces se observará un aumento en los precios, este proceso pone a la vista la hasta entonces bastante sutil redistribución de renta y riqueza del dinero fiduciario.

Además, si la población espera aumentos cada vez mayores en la oferta de dinero, en el futuro la demanda caerá dramáticamente. La gente cambiará desesperadamente dinero fiduciario por cualquier otro objeto vendible, impulsando al alza los precios en dinero de bienes y servicios, poniendo así en marcha una espiral descendente del poder adquisitivo de la moneda.

En este contexto extremo, el dinero fiduciario puede terminar completamente destruido. Eso es lo que sucedió en la hiperinflación alemana de 1923, cuando el gobierno emitía cantidades cada vez más grandes de dinero y la gente acabó no aceptando más el Reichsmark.

Condiciones artificiales y sobreendeudamiento

El sistema de banca de reserva fraccionaria, autoriza legalmente a los bancos comerciales a emitir nuevo dinero mediante la expansión del crédito por encima de los depósitos que obtienen de sus clientes, conformando un plan de lucro bastante sugestivo para los prestamistas y proporcionando al gobierno crédito barato para financiar su apoyo financiero muy por encima de sus posibilidades reales. Es decir, los bancos extienden crédito que no están respaldados por ahorros reales, hablando económicamente, esto es peor que falsificar dinero.

El dinero fiduciario, por tanto, no solo es inflacionista, lo que causa un sin fin de males económicos y sociales al socavar el poder adquisitivo y llevar a la redistribución de rentas y riqueza entre la población, sino que la expansión del crédito bancario también reduce artificialmente el tipo de interés del mercado monetario, haciendo así la financiación de la deuda nauseabundamente seductora, especialmente para el gobierno.

Es esta caída ficticia del tipo de interés monetario la que también induce un auge artificial, que lleva a un exceso de consumo y un libertinaje en las inversiones que deben acabar finalmente en la decadencia.

El libre comercio monetario

La concepción acrítica del paradigma contemporáneo, fundada en la aceptación de la existencia de un monopolio de emisión estatal ha ensombrecido una posible solución a los problemas puestos de relieve, los cuáles hacen necesaria la imposición de un esquema de disciplina a las agencias monetarias y financieras con el fin de impedir la emisión de un tipo de dinero primordialmente menos seguro y útil del que pudiera surgir de la libre competencia, ya que bajo esas condiciones toda desviación de la línea de suministrar un buen dinero conduciría rápidamente al desplazamiento de la moneda de peor calidad por otras mejores, es entonces que cada entidad emisora se vería obligada a mantener estable el valor de su dinero.

Dicho en otras palabras la principal ventaja del plan de desarticulación del monopolio estatal de emisión, radicaría en la idea de impedir que el gobierno pueda “proteger” la moneda emitida por él, de los efectos que tendría una emisión no convalidada por un incremento en la demanda de dinero.

Esta idea ya ha sido expuesta por el profesor, ganador del premio Nobel en economía, August Friedrich Von Hayek en su libro “La desnacionalización del dinero”, efectivamente su propuesta ha dado lugar a un nuevo campo de análisis, cuyo centro gravitacional ha abandonado la inferencia de un monopolio de emisión estatal, pero a pesar de que su obra fue publicada por primera vez en el año 1976, parece ser que este nuevo terreno se encuentra lejos de ser explorado en profundidad y más aún de que una propuesta similar sea puesta en marcha, lo cual no es sorprendente ya que el esquema de incentivos bajo el cual funciona el actual orden monetario, tiende a incrementar la cantidad de gente que desarrolla intereses en mantenerlo.