El petróleo es la sangre que recorre las venas de la economía mundial, de ahí la razón a que cambios abruptos en el entorno petrolero generen repercusiones globales. Por el llamado oro negro se han librado guerras, se han enriquecido burócratas y miles de personas en países ricos en petróleo se han levantado de la pobreza. En Venezuela ha jugado un papel fundamental en su historia y sin duda alguna lo seguirá haciendo en el futuro.

Venezuela depende casi absolutamente de los ingresos del sector petrolero, representando alrededor del 90% de sus exportaciones. Esta dependencia ha dejado al país expuesto a la volatilidad del mercado. Cuando el precio del petróleo se disparó, el gobierno recibió cantidades exorbitantes de capital, y cuando este decayó en el 2014, la crisis que ya se había venido estableciendo se exacerbó.

Las decisiones tomadas durante el alza del precio fueron el punto de partida para la crisis que desgarra actualmente la economía del país. Se reinvirtió poco o nada en aparatos productivos, se denigró la industria nacional, y una gran oportunidad para diversificar la economía nacional a otros sectores ajenos a la importación de materia prima se dejó pasar. Poco vale analizar esas decisiones, ya que destruir con intención la economía del país con las más grandes reservas petroleras hubiera sido una gesta bastante complicada, y sin embargo quienes claman hacer lo mejor por el país parecen haberlo hecho casi sin notarlo. 

El pasado es cuestión del ayer, no puede ser cambiado. El futuro, por otro lado, puede ser alterado. El día de mañana las decisiones adecuadas deben de ser tomadas y sin duda entender dónde estamos y hacia dónde vamos es esencial para este cometido. El «oro negro» seguirá siendo esencial para la economía venezolana, por lo cual es un tema que debe ser comprendido por los próximos líderes del país.

La actualidad del mercado petrolero

Antes de divisar hacia donde queremos redirigir nuestra industria petrolera, es indispensable comprender los más recientes acontecimientos en el mercado. Desde principios de siglo el precio del petróleo no hizo más que aumentar, de aproximadamente 30$ en el 2001 hasta tocar un techo de 130$ justo antes de la implosión de la economía mundial por la crisis financiera. Luego, tras un breve periodo de un año donde cayó hasta 30$, el petróleo recuperó su nivel anterior y mantuvo un precio estable oscilando entre los 100$. Sin embargo, a mediados del 2014 sufrió una caída en picada hasta 70$ y seguidamente a alrededor de los 40$ actuales.

Se podría decir que hay tres factores principales para esta debacle:

Primero, un lento crecimiento económico mundial, lo cual hace disminuir la demanda por combustible. Esto se ve evidenciado en países como China e India (el segundo y el cuarto mayor consumidor de petróleo respectivamente) que anteriormente contribuyeron al alza del precio con su creciente hambre por energía. Hoy en día, el hambre sigue, pero crece a menor velocidad tal como sus economías. Una demanda con un crecimiento menor ha contribuido en parte a la caída del precio.

El segundo factor sería los Estados Unidos convirtiéndose en el mayor productor de petróleo del mundo; facilitado gracias a las mejoras en la técnica de “fracking” que ha permitido extraer más petróleo del subsuelo a un coste menor. Al mismo tiempo, en el 2016 el gobierno americano removió una ley que prohibía la exportación del petróleo extraído en el país. Gracias a esto, los EEUU (el mayor consumidor de petróleo) pasó a importar menos, disminuyendo la demanda, y a vender más, aumentando la oferta.

El tercer factor fue la negativa inicial (recientemente aceptaron recortar la producción) de Arabia Saudita a disminuir la producción de petróleo para evitar el declive del precio. Con esta política pretendían proteger su cuota del mercado y a la vez expandirla. Contemplaban que, debido a la caída del precio del crudo, sus competidores, para quienes el petróleo es más costoso de extraer, no serían capaces de mantener sus ingresos por encima de sus pérdidas, y se verían obligados a cesar sus ventas. Sin embargo, dicha estrategia estuvo lejos de ser exitosa y Arabia Saudita no tuvo más opción que recular y cambiar su política. Dicha política contribuyó a que la oferta se mantuviera alta. A la vez evitó por un importante periodo que la OPEP lograra el acuerdo para disminuir la producción. Quizás, si el consenso hubiera llegado más temprano, el precio podría haberse recuperado. Sin embargo, lo único cierto ahora es que tanto Arabia Saudita como los otros miembros de la OPEP parecen incapaces de mover las fuerzas del mercado a su favor.

Estos tres factores sin duda dibujan un panorama muy claro para el futuro. Primero, la industria petrolera venezolana debe adaptarse a un mercado global que demande menos de su producto. Segundo, que un nuevo y muy importante competidor como los Estados Unidos ahora tendrá un rol mayor en el mercado. Y tercero, que la OPEP parece ser una institución que ha perdido influencia, donde sus miembros son incapaces de divisar una estrategia común que beneficie a todos.

El futuro

La demanda por petróleo, a pesar de un crecimiento más débil, seguirá en aumento, y según estimaciones de la International Energy Agency (IEA), llegará a 104 millones de barriles diarios en el 2022. Al mismo tiempo, el actual precio del crudo ha hecho que las empresas productoras detengan o reduzcan sus inversiones en proyectos para incrementar la producción. La IEA estima que esta inversión anémica hará que para el 2022 la oferta no sea capaz de igualar los 104 m/b diarios que serán demandados. Sin duda esto causaría un alza en el precio del petróleo.

No obstante, este surgimiento en los precios podría ser el último. Anteriormente, tanto la industria energética como los consumidores se preguntaban: ¿Cuándo nos quedaremos sin petróleo? Hoy en día estos miedos parecen lejos de cumplirse, y una mayor preocupación como el deterioro del planeta ha tomado el foco. La pregunta ahora es: ¿Por cuánto tiempo seguiremos usando petróleo? Nuevas tecnologías como fuentes de energía renovables o autos que funcionan sin combustibles fósiles ganan terreno sobre el viejo orden energético. Además, la mayoría de los países están comprometidos en invertir en estas nuevas tecnologías y disminuir la emisión de gases invernadero.

Puede que este futuro tarde en llegar, pero el tiempo donde el petróleo era la sangre que hacia mover el aparato económico mundial está en proceso de declive. Venezuela, debe de entender que esta gallina de huevos dorados tiene para ofrecer menos de estos. Sin embargo, los futuros líderes del país no pueden abstenerse de mejorar la precaria situación de PDVSA causada por políticas inefectivas que se han instaurado en la quinta república. El objetivo ha de ser reconvertir PDVSA en una compañía ejemplar y a la vez diversificar la economía del país a otros sectores que en el futuro serán de mayor importancia nacional e internacional.