La Política es como el arte del lenguaje: todos tienen derecho a hablarlo, aunque sean analfabetas y no conozcan su nomenclatura, sus normas, sus códigos. Sin embargo, por los escenarios que en Venezuela se viven, es necesario descodificar algunas estructuras del verbo político para comenzar a ordenar la funcionabilidad de los nuevos representantes. La salud democrática de una Nación depende, en buena medida, en la calidad de los códigos político que los ciudadanos y representantes políticos tengan. Veamos algunos ejemplos:

  1. ¿Cómo nos referimos el régimen político de Nicolás Maduro? Por consideraciones teóricas pudiera considerarse un Neo-Totalitarismo como lo recomienda JJ Rendón. No obstante, algunos insisten en llamarlo gobierno, aun cuando es desconocido como Presidente. Otros prefieren decirle usurpador, algunos pocos le dicen Comandante Presidente. Entonces, frente a tantas caracterizaciones se pierde la posibilidad de llamarlo por su calificativo y se le otorga de manera errática, un estatus que por su naturaleza no posee. Sin dudas que dejar de llamarlo gobierno, será el primer paso para el avance.
  2. ¿Qué cargo le damos a Juan Guaidó? Antes de responder la pregunta, es vital resaltar que no se le puede hacer referencia como “muchachos”, que en muchas ocasiones tiene una carga peyorativa, tratando de minimizarlo. Más allá de la idiosincrasia del venezolano, el cargo se respeta, la investidura de autoridad cuando es reconocida, se respeta. Ahora bien, Juan Guaidó es el Presidente encargado o interino de la República. Por procedimiento administrativo y legitimidad del soberano, por tanto debe ser llamado como tal. Algunos se escudan diciéndole Diputado, cargo que ostenta, pero en la actualidad inmediata asume funciones del poder ejecutivo y en su juramentación, usó el término Presidente encargado. En síntesis, es la primera autoridad del Estado.
  3. ¿Juan Guaidó se autoproclamó? No. El Presidente se juramentó ante la Asamblea Nacional en cabildo abierto, la cual es una figura contemplada en la Constitución. La autoproclama pudiera darle una característica de gobierno de facto y eso, sería un código político muy peligroso que hasta pudiera darles responsabilidad jurídica al Presidente Guaidó.
  4. “Guaidó y los viejos políticos”. Todos los actores políticos de los las oposiciones son necesarios en el proceso de transformación que ya se inició. Hay experiencia que debe acompañar el nuevo esquema del quehacer político que representa el Presidente Guaidó. Satanizar a un representante opositor, es rivalizar con un sector que es igual de importante para la restauración democrática del país. Ellos, los usurpadores dictatoriales, siguen siendo los opositores a la libertad y convivencia del país.

En conclusión, para dignificar la Política deteriorada en tiempos socialistas y en manos de la kakistocracia Psuvista, es menester comenzar a usar el verbo adecuado para con los Políticos y sus Políticas.