Segunda Parte: la intervención estadounidense ¿injerencia o cooperación?

En un primer artículo donde consideramos el grave problema de la corrupción en Guyana, explicamos que el auge económico que se avecina por la producción petrolera que se prevé para 2020, podría proporcionar la base para hacer frente a muchos problemas locales e impulsar a la economía de Guyana a un nivel de desarrollo equiparable al de muchos países petroleros. Sin embargo, bajo la premisa de que se tomen medidas para controlar el narcotráfico y lavado de dinero, delitos por los que Guyana es considerado el país más corrupto de los Estados miembros de la Comunidad del Caribe.

Ver:  La controversia petrolera con Guyana: ¿A qué nos enfrentamos?

En octubre, un informe presentado por la ASP (American Security Project) alertó que la inversión privada en los sectores petroleros y conexos podría empeorar la corrupción en Guyana. En este documento se responde a por qué los políticos estadounidenses deberían estar interesados en lo que está sucediendo en Guyana: el único país de habla inglesa en el continente sudamericano y principal foco de nuevas inversiones petroleras del Caribe.

Para entender el devenir de las relaciones guyano – estadounidenses debemos advertir que a partir del año 2015 hubo un cambio político importante en Guyana. Para las elecciones de ese año, el líder de la oposición parlamentaria y ex brigadier del ejército, David Granger, asumió la presidencia tras una campaña donde enfatizó su consigna en la unión multirracial y llamados a combatir la corrupción y el narcotráfico. Él mismo en su campaña había reconocido que Guyana se estaba convirtiendo en un narco estado, paradójicamente, luego de haberse desempeñado como Comandante de la Fuerza de Defensa de Guyana (GDF, por sus siglas en inglés), Asesor de Seguridad Nacional del Presidente Desmond Hoyte, Presidente del Comité Central de Inteligencia y del Comité de Seguridad Nacional y Fronteriza y miembro del Comité Nacional de Aplicación de la Ley de Drogas; y habiéndose graduado del curso de Planificación de la Defensa y Gestión de Recursos en la Universidad de la Defensa Nacional de Washington D.C y del Taller de Educadores contra el Terrorismo en la Oficina de Operaciones Especiales Conjuntas de la Universidad de Florida.

En enero de 2016, Granger designó al mando de las Fuerzas de Defensa de Guyana al Brigadier Patrick West, graduado del reconocido «Centro Intelectual del Ejército estadounidense»: la Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército de EE.UU en Fort Leavenworth. Al día siguiente de la designación, West recibió la visita del comandante militar del Comando Sur de EE.UU (SOUTHCOM), el Teniente General Joseph Di Salvo, acompañado por el embajador estadounidense en Guyana, Perry Holloway y el ministro de Recursos Naturales de Guyana, Raphael Trotman. En esa reunión Di Salvo se refirió al inminente desarrollo de la industria petrolera guyanesa, como “un desafío a la seguridad para Estados Unidos” y afirmó su apoyo a la defensa de la integridad territorial de Guyana ante amenazas extranjeras.

Ya en 2015, el embajador Holloway, había reafirmado el compromiso de su país en proveer asistencia a Guyana en materia de seguridad pública, lo que incluye la formación de policías y apoyo en la lucha contra la corrupción, formación sobre la prevención de lavado de dinero, recuperación de activos, gestión de prisiones y programas de rehabilitación de criminales jóvenes. Para ello, se otorgaron seis lanchas patrulleras y equipos de telecomunicaciones satelital para el monitoreo fronterizo con Venezuela y Brasil.

Tales situaciones han hecho que actualmente la relación entre Guyana y Estados Unidos sea la más estrecha de la historia diplomática de estos dos países; más aún, luego de los mencionados hallazgos petroleros y el cambio de gobierno en Guyana, pero además, el reavivamiento del conflicto territorial con Venezuela y la congelación de las relaciones con Cuba, quien había sido su principal aliado ideológico desde la década de 1960.

En la reunión de los jefes de Gobierno de la Mancomunidad de Naciones (compuesta por 53 países miembros) celebrada en Malta entre el 27 y 29 de Noviembre de 2015, el vicepresidente y canciller guyanés Carl Greenidge dijo que:

“Guyana ha buscado apoyo internacional desde que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, firmó un decreto en mayo de 2015 en el que modifica sus fronteras marítimas para incluir una amplia zona que lleva décadas reclamando a Guyana y que incluye un territorio donde recientemente se descubrió un importante yacimiento de petróleo.”

Pero Estados Unidos y Brasil no sólo están apoyando a Guyana en cuestiones de seguridad y defensa, específicamente con la dotación de equipo militar y adiestramiento, sino que en lo comercial se han planificados varios proyectos de inversión en obras civiles, navales, en carreteras y por supuesto, en colaboración petrolera. Por supuesto, estas acciones han venido molestando al gobierno venezolano, el cual desde 2015 acusa a ExxonMobil de promover una agresión política, económica e imperialista con el auspicio del gobierno estadounidense.

Según el Presidente Nicolás Maduro, la intención de iniciar la producción petrolera en Guyana es afectar la paz en Venezuela y acarrear un conflicto de alta intensidad en la región caribeña para transnacionalizar el conflicto y apropiarse de los recursos energéticos venezolanos. Por eso, ante la Asamblea Nacional en una sesión extraordinaria en 2015, Maduro dirigió un extenso discurso [Ver video] donde denunció los planes geopolíticos de ExxonMobil y Estados Unidos para consumar el despojo territorial de la Guayana Esequiba. Dijo:

(…) Se ha montado toda una operación de provocación. Detrás de esta operación está la Exxon Mobil y los intereses del lobby petrolero armamentista que influye de manera decisiva en El Pentágono y todos los planes imperiales de los Estados Unidos; una provocación que hemos ido conteniendo, disipando por vías diplomáticas. A partir de esa provocación, ante la reacción firme que he tenido frente al gobierno de Guyana, privilegiando los métodos diplomáticos y políticos, se ha incrementado una campaña que no se puede calificar, porque no hay palabra para ello, si dijéramos “brutal” quedaríamos cortos, al referirse a nuestro país casi como un país imperialista que pretende saquear a Guyana, que pretende despojar a Guyana, que pretende despojar a nuestros hermanos del Caribe. (…) Este gobierno que hoy está al frente de nuestra hermana República Cooperativa de Guyana es un gobierno que llegó al poder en medio de circunstancias críticas de la sociedad y de la política guyanesa, en el que la Exxon Mobil tuvo una altísima influencia para su postulación, su campaña y su llegada a la presidencia de Guayana. Desde el primer día, sabiendo por dónde venían las provocaciones, hice todos los esfuerzos, queridos hermanos de la Fuerza Armada, para conseguir, a través de la palabra y de la verdad, disipar a tiempo y preventivamente lo que ya sabíamos por informaciones políticas y de inteligencia, que eran un conjunto de acciones que se iban a adelantar contra Venezuela, avivando el histórico reclamo de Venezuela por el despojo del Esequibo (…)

Por parte de Gran Bretaña, quien también es firmante del Acuerdo de Ginebra de 1966, el Alto Comisionado Británico (Embajador del Reino Unido) en Guyana, Greg Quinn, manifestó su apoyo a Guyana en la controversia territorial. Dijo que el Reino Unido ha sido muy claro acerca de su posición sobre dónde se encuentra la frontera terrestre y mientras que la frontera marítima aún no sea establecida, hay ciertos procedimientos técnicos que muestran dónde estaría; por lo cual:

“(…) ciertamente, toda la exploración actualmente en curso se encuentra dentro de las aguas de Guyana”.