Cuando Trump presume que va a ganar una guerra comercial con China no puede estar más lejos de la verdad. Recientemente amenazó con imponer una tarifa de 25% a usd 46 mil millones de las importaciones de China, y luego escaló este monto a usd 100 mil millones. Sin embargo, si EEUU resulta el principal perdedor de esta medida ¿Qué motiva al gobierno a ir adelante con esta ella?

En principio, una medida de este tipo tendría varios efectos importantes. En principio incrementa los precios de los productos importados al consumidor final, las manufacturas que importan partes e insumos operarían a mayor costo, lo que les obligaría a trabajar a menor capacidad, disminuiría el empleo y el consumo, con el ello el crecimiento económico de EEUU y del resto del mundo.

En 2017, China exportó a EEUU usd 506 mil millones en productos mientras que este importó de EEUU unos usd 131 mil millones, lo que significa que EEUU tiene un déficit comercial con China de usd 375 mil millones. Una cifra bastante alta, pero cuando se considera que gran parte de la capacidad produccion de EEUU ha sido trasladada o contratada a fábricas Chinas se tiene entonces que aunque se contabilicen como exportaciones Chinas, el valor añadido de estas exportaciones es bastante bajo y gran parte están compuestas por partes que provienen de otros países.

Philippe Legrain, en un reciente artículo para Foreign Policy calcula que el valor agregado de las exportaciones Chinas a EEUU son unos usd 329 mil millones, que representan un 2.7% de una economía de usd 12 trillones. Además, afirma que el 50% de las partes de las exportaciones chinas de computadoras, electrónicos y equipos a los EEUU tienen origen extranjero, mientras que en total un 30% de acuerdo a la OECD. Por tanto una tarifa del 25% a usd 46 mil millones de exportaciones a los electrónicos afectará a China solo en unos usd 6.5 mil millones de USD, unos 0.05% del GDP de este país.

Por otro lado, el sector manufacturero que depende de partes y componentes Chinos también se van a ver afectado, lo que incrementa los costos y pondría en riesgo los empleos en el sector.

Estas medidas tendrán un efecto más preponderante en el bolsillo del consumidor estadounidense que tendrá no solo pagar más sino además se verá afectado en términos de una disminución de fuentes de empleo.

¿Qué hará China?

China por su lado, podría perder parte de este importante mercado pero tendrá la capacidad y el control de realizar medidas inmediatas para contener el impacto.

Ya que el gobierno Chino ejerce control sobre las políticas monetarias y cambiarias, podrá depreciar su moneda para acceder a otros mercados a precios más bajos, e importar de competidores los productos que importa de EEUU, por ejemplo la soya de Brasil o los aviones de Europa. China también puede jugar políticamente, y contrarrestar con restricciones a los productos que son “políticamente sensibles”. La soya, por ejemplo, se produce en estados mayoritariamente republicanos que exportan a China el 50% de su producción, igual que el Whiskey de Kentucky, los electrodomésticos y electrónicos a bajo precio en el mercado retail (¿Apple?). China indudablemente tendrá un costo político menor, en cambio Trump puede ver seriamente afectar los resultados electorales de su partido en los próximos comicios electorales.

En términos de cuentas fiscales, China esta airosa frente a un gobierno estadounidense atado y sin margen de maniobra para estimular la economía considerando que requiere del visto bueno del congreso para aprobar un mayor gasto y de la reserva federal para bajar los intereses. Esto sin considerar una carta poderosísima en manos del gobierno Chino: esta país es el mayor tenedor de deuda Estadounidense.

El ascenso de China

En un entorno tan desfavorable para EEUU ¿Porque Trump insiste en iniciar una guerra comercial con China? Principalmente, EEUU intenta con esto trata de contener y entorpecer el ascenso de China como principal potencia global. Desde la retórica Estadounidense, China (sin dejar de autodenominarse comunista), ha pasado de ser uno de los principales socios comerciales y centro de operaciones de las principales corporaciones norteamericanas a ser una amenaza política, económica y de seguridad nacional.

A este respecto, Graham Allison, quien fuera director del Harvard Belfer Center of Sciences and International Studies sostiene que la actitud de EEUU frente a su relación con China ilustra otro episodio histórico en lo que se denomina la Trampa de Euclides. Este fenómeno ocurre cuando un estado en ascenso y de creciente influencia política y económica a nivel global y con mayor sentido de importancia, es enfrentado por el estado líder para defender el status quo producto de sus inseguridades, lo que lleva a ambos estados a la guerra. En un estudio realizado por el Belfer Center se pudo determinar que en en los últimos 500 años en 12 de los 16 casos en el que hubo un cambio brusco en las relaciones de poder que amenaza con desplazar al estado líder, el resultado fue la guerra.

¿Pudieran estar EEUU y China destinados a la guerra?

En mi opinión, en un mundo tan interdependiente y globalizado como en el que vivimos, en este momento histórico no estimo viable que EEUU y China vayan a una guerra, ni siquiera la comercial. Y las razones son varias. Las economías de EEUU y China son complementarias e interdependientes. El desempleo y la caída en el sector manufacturero de EEUU no es casual, la capacidad industrial de este país fue a parar a China con el desarrollo de cadenas de valor globales que han permitido a las grandes corporaciones beneficiarse de las ventajas comparativas de cualquier país. La ventaja comparativa de China ha sido su capital humano, en detrimento del empleo y las industria manufacturera de EEUU que fueron lanzadas del autobús en búsqueda de mayores rendimientos y productividad.

China es solo una parte en la cadena de valor de muchas de las importaciones estadounidenses, pudiendo estar involucrados muchos países en el proceso. Una guerra si quiera comercial podría desencadenar pérdidas enormes para intereses estadounidenses y globales. Internamente sin embargo, aparte del discurso nacionalista bien gerenciado por Trump, la economía estadounidense en concreto se verá muy afectada y sería mucho más cuesta arriba para la élite política cumplir sus promesas.

La guerra comercial de Trump es una guerra absurda, puesto que va en contra de lo que su propio país y occidente promovió en el mundo: la globalización. Aún y cuando EEUU asuma los riesgos políticos y económicos antes mencionados, la robotización y la inteligencia artificial harán muy difícil que la propuesta de traer de vuelta a casa al sector manufacturero impulse el empleo en el país. La vía razonable para EEUU en definitiva no es la guerra de ningún tipo, pero a fin de cuentas la guerra en Irak nunca fue una decisión racional.