En lo últimos 4 meses me he dedicado a recorrer varias ciudades del país. Centros comerciales icónicos (formales e informales), he conversado con taxistas, conductores de vehículos “por puesto”, conductores de autobuses, amas de casas, empresarios, empleados, obreros, artistas, escritores y muchas otras personas. El tema de estas conversaciones es el mismo: ¿Hacia dónde va nuestra economía?

Las respuestas no han sido nada alentadoras, parece que se multiplica un quiebre masivo de la esperanza por un cambio posible que permita generar soluciones reales. Las dicotomías son crueles, hay amas de casa que todos los días se levantan preocupadas por qué darles de comer a sus hijos. Mientras que en otros sectores sociales, la preocupación por la crisis es porque ya este año no es posible viajar al exterior como se hizo hace 2 o 4 años atrás: “¿Quién puede vivir así?” me preguntan cada quién desde su realidad, necesidades y aspiraciones. He hablado con quienes padecen por falta de medicamentos (para patologías terminales), ellos aspiran poder seguir viviendo o sufrir lo menos posible la transición, mientras otros parecen preocupados y agobiados por el hecho de que no pueden tomar cerveza todos los fines de semana como lo hacían antes.

En esa búsqueda por la percepción social de la crisis, son miles los que están haciendo hasta lo imposible para salir del país, mientras otros (muchos de ellos con capital en dólares) dicen que este es el país de las oportunidades. Y aunque el tema de migrar o quedarse sigue siendo tabú, creo que hoy se trata con más respeto entre muchas personas, cualquiera de ambas decisiones es de valientes.

Una cosa sí pude comprobar de forma explícita: Las personas (indistintamente su condición social) siguen esperando un “salvador” que encamine al país hacia la recuperación. Adicional a ello muchas personas se sienten curiosamente ajenas a la economía, la consideran como algo superior que se mueve en beneficio de unos sí y de otros no, creo que no esperaba encontrar tal resultado. ¿Realmente las personas no entienden cómo funciona la economía? La economía es básicamente una ciencia social que estudia el comportamiento de las personas en un entorno social desde la producción, el consumo, el ahorro, la inversión y otros tantos criterios base. Pero el punto clave es que la economía existe por las micro acciones de personas día a día que se condensan en macro resultados que nos afectan a todos de forma directa o indirecta. El que alguien decida, por ejemplo, comer más pizzas que hamburguesas, determina que los inversionistas se inclinen más por ofrecer un producto que otro, la especialización técnica varía y la manufactura se orienta hacia sectores específicos por las tendencias de demanda. No existe decisión personal (por más pequeña que parezca) que no afecte la economía, y con ello la forma de relacionarnos.

Esta desconexión de hecho, por efecto o defecto, de la sociedad con la realidad económica, ha llevado a pensar a millones, que todo es decidido por una persona que se sienta en una silla y se hace llamar presidente. Muchas personas parece que renunciaron a su poder de influencia social desde lo económico, y se han dedicado a improvisar en un entorno volátil, lleno de incertidumbre y desconfianza, donde está tratando de prevalecer el criterio del “más fuerte”, yo diría que tal vez el más egoísta, creo que algunos lo llaman “viveza criolla”.

Esta cruda corrida especulativa que ha vivido el país en el 2018 (de forma más acentuada), sí fue generada por decisiones equivocadas de quienes en los últimos 20 años han administrado las políticas públicas del Estado a través del aparato burocrático del Gobierno. Pero es muy necesario aceptar que la especulación se ha agravado por ese empuje agresivo que dan muchas personas al alza de tipo de cambio paralelo y los precios de muchos productos hoy escasos. Empuje especulativo que está asociado a la creencia: “yo debo resolver lo mío, los demás que resuelvan ellos”. Entonces se ha producido una forma de canibalización económica, terminó que acuñé de la frase que me dijeron muchas personas en todas mis entrevistas: “Nos estamos comiendo unos con otros…”.

¿Entonces que va a pasar?

La lección tiene que aprenderse, es necesario comenzar a asumir responsabilidades ya que todas las decisiones sociales orientadas a la economía, afectan de forma directa a todo el país y toda la región. Hay políticos ofreciendo soluciones “mágicas” a la crisis, aún se mantiene el sentido electorero vulgar que tanto mal le ha hecho al país, pues consideran a los ciudadanos incultos o los subestiman.

Seguirá una oleada más grande de migrantes, muchos de ellos un talento valioso que echarán raíces en otros países, un talento que lamentablemente el país perderá sin vuelta atrás.  La deserción universitaria será aún mayor, los jóvenes que se queden en el país crearán nuevos oficios, lo que representará para la universidad tradicional el reto de reinventarse, o tal vez renacer de esta crisis. Una nueva era de empresarios está surgiendo, muchos de ellos nacen de los espacios dejados por las miles de empresas tradicionales que no soportaron la crisis. Estas nuevas empresas ahora entienden la hiperinflación y están aprendiendo a “domarla” básicamente con estrategias de diversas índoles. Toma cada vez más fuerza el valorar a las personas y su talento, por lo que la economía colaborativa, creativa y de innovación basados en principios de libre mercado, comienza a colarse burlando todos los controles del gobierno, y la fachada de un “socialismo del siglo xxi” que de ello sólo queda el nombre.

La tendencia natural de la sociedad será hacia el reajuste para avanzar, o la resignación para ser dominados. Realmente espero que la segunda no sea opción.

Todavía me falta mucho del país por recorrer, todavía me falta mucho por contarles, en estas líneas no puedo extenderme mucho, pero sigo empeñado en hacer la economía de una forma diferente. Sigo tercamente decido en aportar a la construcción de un mejor país desde la creatividad, el conocimiento y la innovación.

Tal vez nos encontremos en el camino y tú seas el próximo entrevistado.