La incertidumbre es un evento catastrófico para el ser humano, vivir bajo la zozobra inminente de lo desconocido, de lo “cualquier cosa puede pasar” es devastador para cualquiera que pretenda emprender un rumbo, un plan o un camino debido a una gran cantidad de variables que debe medir y suponer para alcanzar esa meta independientemente de cuál sea, y si hablamos de ese cualquiera como a todo una economía imagina la cantidad de decisiones que se pueden tomar o no bajo el yugo de la desesperación limitando el cumplimiento de logros. Muchos dicen que el que no arriesga no gana pero hasta cuando arriesgamos tenemos bastante claro el objetivo, ganar, Pero ¿Qué ocurre cuando ni siquiera sabemos para qué arriesgamos?, en Venezuela ocurre un fenómeno para todos los agentes de la economía y son las decisiones deslindadas de un plan futuro, de un desarrollo a largo plazo debido a la carencia de estabilidad y confianza en el hecho económico, nos ataca la irracionalidad, panorama que se construye  con elementos que van desde los estamentos anacrónicos del estado empeñados en no pagar el “costo político” de decisiones económicas como si ya no fuese suficiente el costo que la población ya ha pagado como resultado de pugnas políticas de élites y la especulación garrafal de los acomodados que disfrutan de las distorsiones a placer como quien ríe al ver la caravana fúnebre de las clases bajas.

Un padre o madre promedio en nuestro país no sólo convive con el hecho del poder adquisitivo para su consumo o estabilidad y el de su familia, lidia a diario con la incertidumbre la que obliga a decidir sobre la marcha muchos eventos como sustituir su formación académica o la de sus hijos por mayor oportunidad de compra y situación que al parecer nadie se ha preocupado en resolver ¿Quién le puede transmitir seguridad para no llegar a ese nivel de irracionalidad de no creer que en el largo plazo es más oportuna la educación que la inmediatez de la compra de un bien? Un emprendedor conecta sus ideas con el panorama económico y tal vez podría ser aconsejado de manera oportuna y logrado concretar un plan de negocios brillante en el mercado nacional, siendo las crisis las mejores épocas de creatividad, pero ¿Qué hará con la incertidumbre de no saber al menos si en el mediano plazo su materia prima sea de regular acceso? y con ella tomar esa inversión y decidir cambiar en el mercado paralelo para pagar 3 meses de renta en un cuarto 2×2 en el exterior y en fotocopias de resumen curricular; ¿Es una decisión racional? esa incertidumbre es eso que te llenó a ti que estás leyendo cuando pensaste en tal vez no leer este párrafo por temor a que perdieras conexión a Internet y no pudieras hacer la transferencia de dinero que tienes pendiente pues no tenías claro realmente ¿Qué ibas a ganar? Y lo inmediato sobrepasó lo necesario, en este caso para sumar criterio y opinión a lo que estamos atravesando.

¿Tendremos la valentía para encarar como estado que somos a la incertidumbre que está agobiando el comportamiento socioeconómico de la población?

Entramos en una fase de crisis donde no sólo aumentan los precios de manera desmesurada y constante, sino también las patologías de consumo, comportamiento e irracionalidad de los seres que interactúan en dicha disputa oferta y demanda y allí radica lo que nos negamos a reconocer, las consecuencias sociales de todo este fenómeno, los niveles e indicadores epidemiológicos, educativos y de seguridad que por más esfuerzo que pueda hacer gobierno alguno aumentando la transferencia, el costo social es residual y no coyuntural, la reformulación de la política pública debe atacar los eventos como el bachaqueo, las mafias, extractores y hasta el que se colea para aprovechar de mayor forma la situación acabando con la oportunidad de otros con toda la indolencia, no bajo la opresión o fiscalización acostumbrada que ya de por si misma ha demostrado no funcionar, es la ordenanza cultural que desmantele las prácticas de raíz y de manera aplastante, de no ser así los pasivos sociales serán abismales y tenga por seguro que no se pagaran ni con financiamientos de rescate del Fondo Monetario Internacional ni con Bonos del Niño Jesús, los pasivos sociales arrastrados de esta crisis provocada por nuestra flamante y mediática clase política sólo serán cancelados cuando demos un paso adelante y comencemos a rescatar la confianza en el sistema económico, estableciendo mecanismos de reconocimiento y transparencia que más que alejados del Estado, estén bajo la vigilancia y garantías de credibilidad de estos y de nosotros mismos sus integrantes.