El avance de las criptomonedas se ha convertido en una de las tendencias dominantes durante el 2017 y todo indica que lo será cada vez con más fuerza en los próximos años. El boom y lo atractivo de las monedas virtuales ha atraído el interés de pequeños y grandes inversionistas, quienes han destinado ingentes cantidades de dinero a este mercado que crece día a día.

Asimismo, el interés por conocer acerca de su funcionamiento ha hecho que el tema sea una constante en medios digitales, redes sociales y conferencias, encontrándose cualquier tipo de opinión o análisis sobre cómo invertir, las ventajas de dichas inversiones y sus riesgos asociados, pero poco se ha hablado sobre qué hay detrás de ese entusiasmo y escepticismo con respecto a estas monedas virtuales.

Todo inversionista, ya sea de un mercado financiero tradicional o que incursione en el de las criptomonedas presenta un mismo patrón psicológico y su comportamiento está sujeto a sesgos cognitivos ya que a pesar de realizar exhaustivos análisis al momento de invertir, éstos terminan distorsionando el procesamiento de la información al realizar una interpretación errónea e ilógica que de alguna u otra manera termina afectando la inversión o el comportamiento del mercado, lo cual si se masifica por diversas razones, pudiera desembocar en una crisis financiera internacional de alcances incuantificables.

Es así como la base de esta teoría se sustenta en las investigaciones de Daniel Kahneman y Amos Tversky quienes descubrieron que los inversionistas toman sus decisiones en momentos de incertidumbre que ellos denominaron Atajos Heurísticos, los cuales les llevan a cometer errores cuando interpretan la información económica que disponen y cuando realizan las estimaciones de las probabilidades en la diversificación de su portafolio y que indudablemente va a tener influencia en el mercado dependiendo de la magnitud del error.

Por otra parte, esta teoría es perfectamente aplicable al mercado de las criptomonedas, puesto esas decisiones se desarrollan en el marco de dos emociones básicas: la euforia y el pánico. Ambos extremos determinan en la mayoría de los casos la compra o venta de las criptomonedas y tienen efectos directos en el comportamiento de la economía mundial fundamentalmente gracias a uno de los principales sesgos que opera en estos mercados, como lo es el efecto manada, donde el proceso de toma de decisiones suele evidenciar una de las características propias de los mercados financieros: la irracionalidad y la adopción de decisiones no en función de la conveniencia, sino en la repetición de la conducta de las masas, consecuencia de la activación del cerebro reptil.

Es por ello que gracias a estos estudios de Finanzas Conductuales se ha podido comprobar la incidencia de las emociones en el proceso de toma de decisiones: sentir, pensar y actuar en el desenvolvimiento de los mercados de criptomonedas y que explica esa aparente «moda» en la cual se ha convertido este tipo de inversión financiera.

Aunado a lo anterior, se sabe que estas transacciones son lo más parecido a la idealización teórica del mercado de competencia perfecta, pues los valores son fijados por el libre juego de la oferta y la demanda, sin embargo, resulta crucial el papel de las expectativas de los agentes en relación a temas de geopolítica, precios de los commodities y otros aspectos no económicos como los sesgos que marcan y definen las decisiones de los inversionistas.

Es así como dentro de estos, es importante reivindicar dos elementos: la confianza y la incertidumbre que encuadran en el concepto keynesiano de los «animals spirits» y que sugieren que al momento de invertir en un mercado como el de las criptomonedas, operan otros aspectos que van a tener un impacto muy importante en la economía mundial.

Ahora bien, asumiendo que quienes integran este nuevo mercado de criptomonedas pueden actuar bajo parámetros que van desde la racionalidad hasta la irracionalidad, se pueden mencionar cuatro sesgos cognitivos ampliamente comprobados:

1. Aversión a la pérdida: los inversionistas prefieren evitar las pérdidas en lugar de generar ganancias adicionales, pues se pondera más alto lo que se deja de ganar que un beneficio equivalente. Los inversionistas prefieren no perder 20 bitcoins, que ganar 20 bitcoins, lo cual va generar asimetrías en el proceso de toma de decisiones buscando evitar los riesgos cuando busca una ganancia y a la inversa, elige el riesgo para evitar una pérdida.

2. Referencia a la toma de decisiones: este sesgo se sustenta en la «percepción» que tiene el inversionista en cuanto la fijación de un nivel de referencia arbitrario a partir del cual van a estimar sus ganancias o pérdidas. Este nivel de percepción no es constante y varía en función del comportamiento del mercado de criptomonedas. Asimismo, los inversionistas suelen subestimar el crecimiento exponencial y colocan estos niveles de referencia en valores irreales.

3. Sesgo de planteamiento: partiendo de que la gran mayoría de las decisiones económicas se caracterizan por ser irracionales, este sesgo plantea el principio de la invarianza que tiene que ver con la relatividad y en el cual se supone que cuando dos proposiciones que se presentan juntas son equivalentes, el orden de preferencia no debería influir, sin embargo, los sentimientos tienen la última palabra y la decisión final dependerá de la forma en que se haya presentado la situación y cuál de ellas active el sistema de recompensa cerebral.

4. Falacia de la inversión cuantiosa o gasto desperdiciado: cuando un inversionista ha invertido importantes sumas de dinero en una operación con alguna criptomoneda, el cerebro se deja sesgar y prefiere inclinarse a reafirmar su compromiso con la decisión tomada porque cuando se destina tiempo, dinero o dedicación a algo, se incrementan los niveles de compromiso que activan en el cerebro la amígdala y por ende la aversión a la pérdida. Este sesgo es tan marcado que el inversionista incluso puede mantener criptomonedas que le estén generando pérdidas, esperando un cambio en la tendencia para recuperarse, incluso a costa de perderlo todo.

El mercado de criptomonedas es una tendencia en crecimiento por la naturaleza propia de lo novedoso de su naturaleza, su fácil acceso y la alta rentabilidad. Sin embargo, en la medida que las actividades económicas en estas monedas se sigan masificando, su vulnerabilidad puede tener importantes consecuencias en los mercados económicos mundiales, porque al final, las decisiones están siendo tomadas por agentes sujetos a nivel inconsciente por elementos que no les permiten minimizar completamente el riesgo y la incertidumbre, lo que implica que, en pleno siglo XXI y con monedas virtuales, el homo sapiens sigue al mando.