La historia identifica a Dioclesiano como probablemente el primero en diseñar y aplicar un plan de control de precios en el año 301 D.C., el edicto de Dioclesiano fijó precios máximos para una amplia variedad de productos y establecía penas muy duras, incluso la pena de muerte, para quienes violaran esta normativa, sin embargo el fracaso no se hizo esperar y no tardaron en desaparecer los productos de los mercados, aparecer mercados negros y la consecuente subida de precios en los productos. En Venezuela se puede rastrear el origen del control de precios hacia el 9 de septiembre de 1939, cuando el presidente Eleazar López Contreras decretó el primer control de precios. Dicha medida vino como respuesta al inicio de la Segunda Guerra Mundial y el impacto que este conflicto tendría en la oferta mundial, intentando proteger al ciudadano de los efectos negativos que esto traería consigo. La medida no rindió los frutos esperados y terminó fracasando. A pesar de esta primera experiencia negativa han sido muchos los políticos que han intentado abatir la inflación por medio de decretos que fijan un precio máximo a los bienes y servicios, intentos fallidos que se mantienen hasta la actualidad.

En enero de 2003, el fallecido presidente Hugo Chávez instauro el control de precios como medida para proteger al trabajador, ya habiéndose cumplido 14 años del control de precios en Venezuela, su fracaso es más que evidente. Las consecuencias más resaltantes del control de precios son la escasez, la aparición de un mercado negro y una mayor inflación, siendo estas la constante en el día a día del consumidor venezolano. La justificación bajo la que se escuda el ejecutivo para mantener una estricta política de control de precios es la de proteger al trabajador venezolano de los embates especulativos de comerciantes inescrupulosos que hacen parte de la guerra económica en contra del gobierno revolucionario.

Aunque puede resultar muy tentador la utilización de un control de precios como instrumento para frenar la escalada de la inflación, los resultados terminaran siendo devastadores para el consumidor, en el corto plazo puede que resulte redituable mantener este tipo de controles, sin embargo al dejar de lado la otra cara de moneda, en este caso la oferta de bienes y servicios, esta comenzara a resentirse y los oferentes pueden tomar la decisión de dejar de producir o comercializar estos bienes y servicios, ya sea porque migren hacia otro ramo o porque tengan que cerrar sus puertas. Quien oferta bienes y servicios requiere que su actividad sea rentable, debe cubrir sus costos y deben obtener un beneficio, en un escenario inflacionario como el venezolano no poder ajustar los precios producto de un control de precios terminara resultando en continuar con las operaciones obteniendo pérdidas, intentando trasladar estas a otro rubro o en el cese definitivo de estas.

Uno de los sectores más golpeados por el control de precios es el de servicios, solo por poner un ejemplo ante cualquier anuncio de las operadoras telefónicas  o de televisión por suscripción de realizar un ajuste en las tarifas, la respuesta inmediata del ejecutivo es dejar sin efecto cualquier revisión de las tarifas, lo que termina provocando que los servicios que proveen estas empresas disminuyan constantemente su calidad. Esto no se limita a los servicios que presten empresas privadas, los servicios provistos por empresas estatales también se encuentran en estado deplorable y se ofrecen a precios irrisorios, los servicios básicos, como agua, energía eléctrica, gas doméstico, entre otros, son el mejor ejemplo de ello. Esto no solo genera como ya se explicó una reducción en la calidad de los servicios, también genera un rezago en las tarifas que hace que un ajuste en el futuro sea percibido por el cliente como desproporcionado. El control de precios lejos de combatir la inflación terminará acumulando un rezago importante que se traducirá en más inflación.

Fuera del radar de los entes gubernamentales encargados de fiscalizar que se cumpla el control de precios se erigen puestos improvisados que ofrecen todos aquellos productos que han ido desapareciendo paulatinamente de los anaqueles, solo que los precios distan mucho de los que establece el ejecutivo, el mercado negro de productos es una característica que puede observarse cuando se genera una distorsión en los precios. Hay que acotar que el mercado negro no se puede definir como un mecanismo dentro del mercado que viene a corregir la distorsión causada por el control de precios, el mercado negro es una distorsión que se genera a partir de la imposición del control, en otras palabras, no es la solución al problema, es una consecuencia del problema en sí.

El efecto perverso que ha tenido el control de precios en los anaqueles ha llevado a que los productos más básicos sean de difícil ubicación. El ejecutivo al fijar precios en los bienes y servicios que se encuentran por debajo del precio de mercado termina agravando el desabastecimiento, los productos que habitualmente escasean terminan apareciendo en mercados negros donde el precio es muy superior al precio regulado, el diferencial entre el precio regulado y el precio en el mercado negro es un incentivo perverso que provoca que los productos regulados se desvíen de una u otra forma a sectores informales donde la regulación oficial no llega.

Desde el ejecutivo nacional se ha vendido a la población la idea que un férreo control de precios es el mecanismo más idóneo para abatir la inflación, sin embargo solo ha logrado avivar el problema. Es necesario ir a un desmontaje del control de precios, hay dos corrientes acerca de cómo hacerlo si de forma gradual o de shock, independientemente de cual sea la estrategia a seguir existe consenso en que el desmontaje es necesario, no obstante esta medida por sí sola no es suficiente, debe ser acompañada de una serie de políticas encaminadas a reactivar el mermado aparato productivo nacional. La decisión de eliminar el control de precios puede acarrear costos políticos que no muchos desean, por el rezago que tienen muchos bienes y servicios muchos de los precios puede que terminen disparándose, es aquí donde entran las medidas que deben acompañar el desmontaje del control de precios para que la transición no sea tan traumática, por ello es necesario educar a la población en cuanto a todas las distorsiones que acarrea mantener un control de precios, hay que explicarle de manera clara y precisa que los beneficios que se puedan obtener por esta medida son pasajeros mientras que las consecuencias son devastadoras y muy duras de superar, el ciudadano debe ser educado para que en el futuro rechace tajantemente medidas populistas que en el largo plazo impactará negativamente su bienestar.