Actualmente Chevron se posiciona en el cuarto lugar de las compañías petroleras por producción en Estados Unidos y en el mundo.

Sin embargo, luego de la adquisición de Anadarko, Chevron podría sobrepasar a ExxonMobil y convertirse en la mayor compañía petrolera integrada del mundo con operaciones en más de 30 países; entre ellos: Guyana y Colombia, con quienes Venezuela mantiene conflictos territoriales en zonas marítimas donde se ubican importantes yacimientos de hidrocarburos.

Evidentemente, con esta jugada, el escenario geopolítico y estratégico de Venezuela pudiese tomar un giro inesperado.

Operaciones en Venezuela

A pesar de las recientes sanciones y la definitiva ruptura de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, Chevron es la única compañía estadounidense que sigue operando en Venezuela. Principalmente se enfoca en la producción primaria de crudos livianos, pesados, extra pesados y su refinación, de la producción de crudos sintéticos y del procesamiento de gas natural y su posterior licuefacción.

En detalle, Chevron mantiene labores en el campo Boscán (Petroboscan), en el Lago de Maracaibo (Petroindependiente), en la Faja Petrolífera del Orinoco (Petropiar y Petroindependencia) y en uno de los mejoradores en el “Complejo Refinador de Jose” con capacidad para procesar 210 mil barriles diarios. No obstante, el desempeño de la compañía ha mermado en los últimos años; con un promedio de producción diaria en 2018 que no superó los 45 mil barriles diarios, disminuyendo en casi de 80% con respecto a 2013.

Las estimaciones para 2009, momento en el que el gobierno venezolano anunció planes para el aumento de la producción nacional hasta 6 millones de barriles diarios, auguraban que Chevron se convertiría, una década después, en uno de los principales productores del país, superando los 500 mil barriles diarios. Pero actualmente la compañía no produce ni siquiera el 10% de ese cometido.  

En cuanto a las labores costa afuera (offshore), Chevron mantiene su participación en los bloques 2 y 3 de la Fachada Deltana, mediante el convenio de unificación de yacimientos con Trinidad y Tobago. En 2013 se estimaba que para 2019 la producción diaria aumentaría hasta 750 millones de pies cúbicos de gas no asociado.

Además, Chevron fue incluida entre las “compañías invitadas” a participar en la instalación de primera unidad de licuefacción de gas natural del Complejo Industrial Gran Mariscal Ayacucho; proyecto que está paralizado, con más de 6 años de retraso y sumido en graves denuncias de corrupción e ineficiencia.

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Operaciones en la Zona en Reclamación

Esta fusión, el sexto mayor acuerdo de la historia entre compañías petroleras, ampliará las operaciones de Chevron en la producción de gas y petróleo de esquisto en Estados Unidos, en la perforación en alta mar en África y en las exportaciones de gas natural licuado al mercado chino. Pero además, implicaría una eventual reactivación en las labores prospectivas en el bloque Roraima, adjudicado desde 2012 a Anadarko por el gobierno de Guyana, en la controvertida Fachada Atlántica adyacente al litoral de la Zona en Reclamación.

Sin lugar a dudas, esta adquisición llega en un momento muy inoportuno para Venezuela, que no sólo se enfrenta a graves problemas de gobernabilidad, sanciones a PDVSA y presiones internacionales, sino también en la misma semana que se vence el plazo que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) dio para la presentación de la contestación a la demanda interpuesta por Guyana para desestimar la reclamación venezolana sobre la Guayana Esequiba.

En esencia, Guyana exige a la CIJ que ratifique la validez del Laudo Arbitral de 1899, el cual estableció los actuales límites fronterizos entre la antigua colonia de la Guayana Británica y los Estados Unidos de Venezuela. No obstante, Venezuela afirma que los límites entre ambos países son inválidos, pues la decisión del tribunal arbitral es nula al haberse sentenciado fraudulentamente y en desconocimiento del las normas esenciales del derecho internacional.

Ahora bien, al adquirir Anadarko, Chevron se ha hecho con un importante negocio de producción, procesamiento y distribución del gas natural licuado de Mozambique a China por medio de la China National Off Shore Oil Company (CNOOC); la misma compañía estatal que es socia de ExxonMobil en el bloque Stabroek, adjudicado por Guyana en aguas aun no delimitadas con Venezuela. Este bloque tiene una superficie similar a la del estado Falcón y más de 5 mil millones de barriles de crudo equivalente según las últimas perforaciones.

Ya en 2013 el patrullero oceánico “Yekuana” de la marina venezolana había arrestado al barco de prospección sísmica “Teknik Perdana” por encontrarse realizando labores para Anadarko en el bloque Roraima, adjudicado por Guyana en la misma zona que Venezuela se reserva derechos territoriales, jurisdicción y soberanía marítima por tratarse de la prolongación adyacente a la Fachada Deltana. Según la Cancillería, son “aguas incontestablemente de Venezuela”.

Más recientemente, a finales del año pasado, ExxonMobil denunció que la marina venezolana impidió labores exploratorias de otros 2 barcos de prospección. Estos reclamos fueron incluidos en el polémico “punto nueve” del comunicado del Grupo de Lima sobre el desconocimiento de la presidencia de Nicolás Maduro a partir del 10 de enero. A los días, varios países manifestaron que no se inmiscuirían en los problemas territoriales entre Venezuela y Guyana.

Operaciones en Colombia    

Anadarko es responsable de una de las campañas exploratorias más importantes de Colombia. Los estudios incluyen 20 mil kilómetros de exploración sísmica 3D, que equivale a 32 mil kilómetros de sísmica 2D. También es la compañía con mayor participación en bloques costa afuera; actualmente opera en 7 bloques de los cuales en 4 de ellos tiene el 100% de participación.

En comparación, Ecopetrol opera en 6 bloques, mientras que Petrobras, Repsol y Shell participan en tan sólo 3. El resto de las compañías operan 2 bloques. Por su parte, Chevron opera el bloque Guajira y, en alianza con Ecopetrol, opera los campos de Chuchupa y Ballena, que producen un poco menos de la mitad de la demanda gasífera total del país.

Siendo así, con la adquisición de Anadarko, Chevron se convierte en una de las principales petroleras en Colombia, tanto en las operaciones costa afuera, como en el desarrollo de proyectos en tierra, donde no descartan la aplicación del método fracking.  

No es de extrañar que esta relevancia en la producción colombiana le conceda a Chevron un rol protagónico en las relaciones entre los gobiernos de Colombia y Venezuela, tal como en el pasado ya se demostró. Por ejemplo, entre en 2002 y 2003, la petrolera fue artífice de la negociación del tendido de un gasoducto internacional entre la Guajira colombiana y el Lago de Maracaibo.

Además, Chevron fue mediadora durante las crisis diplomáticas de 2007 y 2011, cuando en un clima de hostilidades militares, Hugo Chávez y Álvaro Uribe reconocieron la necesidad de apartar los conflictos a favor de la integración energética, los proyectos petroleros y las inversiones extranjeras. Ya en 2012, la compañía conseguiría otra “victoria diplomática” al sellar el compromiso de ambos países en extender el “Gasoducto Transcaribeño Antonio Ricaurte” hacia  Panamá y Ecuador. Sin embargo, desde mediados de 2015, el gasoducto se encuentra en desuso debido a la suspensión por parte de Venezuela de los acuerdos.

 

Escenario a futuro

A diferencia de Conoco – Phillips y ExxonMobil, Chevron no abandonó el país a partir del conflicto legal que supuso la migración a empresas mixtas impulsada en 2005. Más aún, la compañía asumió una estrecha relación con el gobierno de Venezuela, luego además, de haberle brindado apoyo técnico y logístico a PDVSA durante la paralización petrolera de 2002 y 2003. Desde entonces, Chevron ha aumentado considerablemente su participación en producción venezolana con la venia del gobierno venezolano.

Pero los negocios de Chevron en Venezuela no van bien. Además, John Bolton, asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump afirmó, en una entrevista a Fox Business, que en la Casa Blanca se está conversando con las principales compañías estadounidenses para “que produzcan el petróleo en Venezuela una vez sea derrocado Nicolás Maduro”.

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Ante tales precedentes, Chevron encuentra una “peculiar” alineación de intereses en torno a la situación venezolana: Al este, la reactivación de las labores petroleras en el bloque Roraima, con la presión de Guyana ante la CIJ. Al oeste, la reactivación de la operatividad del gasoducto colombo – venezolano, ante la necesidad urgente de suministrar gas colombiano a las plantas eléctricas en Maracaibo. Y a lo interno, la reactivación de la industria petrolera, que la semana pasada registró, según cifras de la OPEP, una producción por debajo del millón de barriles diarios. Todo esto, además, considerando el papel que Chevron podría desempeñar ante una eventual cancelación de las sanciones estadounidenses a PDVSA y CITGO.

En una jugada maestra, Chevron ha puesto en jaque al gobierno venezolano.

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