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Las Relaciones Económicas Internacionales de Europa

Durante este período, la economía no era una esfera aislada de la política. La expansión comercial fue una herramienta para consolidar la legitimidad de los monarcas, financiar las campañas militares y obtener riqueza nacional. Las colonias europeas se convirtieron en nuevos mercados con cuantiosos recursos extractivos (materias primas, metales, especias y alimentos) y mano de obra (esclavos) para abastecer la demanda interna europea que crecía de la mano con el incremento de la población.

Los gobernantes pronto comprendieron que su poder político y esfera de influencia dependía en buena parte del control sobre estos mercados a través de la superioridad marítima y comercial. Este período en la literatura de las Relaciones Económicas Internacionales se conoce como el “mercantilismo.” Esta etapa se caracterizó por la idea de que la riqueza y el poder económico de las naciones aumentaba a expensas de otras. Es por ello que se formularon las primeras políticas comerciales proteccionistas (¿te suena conocido?) a través de la intervención gubernamental y la imposición de barreras arancelarias que buscaban proteger la producción local frente a los competidores extranjeros, acumular metales preciosos y exportar manufacturas hacia las colonias u otros Estados europeos.

Turbulencias en el sistema internacional europeo

Antes del período westfaliano, Portugal y España utilizaban el comercio transatlántico para monopolizar los nuevos mercados y establecer factorías, sin embargo, el siglo XVIII se caracterizó por nuevas disputas territoriales entre otros Estados europeos para lograr la hegemonía económica en el sistema internacional.

Francia, Gran Bretaña y Holanda entre otros emprendieron campañas militares que derivaron en guerras dinásticas durante el siglo XVIII, los problemas políticos y económicos de España generaron que declinara como potencia a favor de Francia, pero la guerra de los 7 años consolidó a Gran Bretaña como potencia comercial, la cual se fortaleció por su rápido crecimiento económico producto de su flota mercante y de la naciente 1era y posterior 2da revolución industrial con la introducción de nuevas técnicas de producción. Si algo podemos señalar es que muchas de estas guerras coincidieron en un elemento, el reparto territorial de zonas estratégicas para acrecentar la riqueza, el acceso a mercados y el comercio. Aquí nos vamos a detener.

La I y II revolución industrial habían generado una transformación socioeconómica en Europa y que progresivamente se diseminó en el continente. La mecanización de la producción, la introducción de las máquinas y la energía a vapor, del ferrocarril, de la electricidad, del telégrafo y el uso de nuevas fuentes de energía impulsaron un desarrollo sin precedentes que cambió la geografía económica de muchos Estados: se crearon centros urbanos, surgieron nuevas clases sociales y hubo un proceso de industrialización gracias a las técnicas de producción mecanizadas que afectaron la agricultura y la producción textil. La disputa territorial, aunque importante, requería adaptar las nuevas transformaciones económicas. A partir de este momento, los avances tecnológicos se convirtieron en un nuevo factor de poder económico para ostentar liderazgo global.

Es por ello, que, durante el período estudiado, el Estado que poseía ventajas en la producción de manufacturas, una dinámica flota mercante y el monopolio de los mercados con materias primas pudo aumentar o disminuir la capacidad económica de otro Estado a través del comercio internacional. Esto confirma que las fuerzas económicas son relevantes en el posicionamiento de un país dentro del sistema internacional. En la próxima edición, hablaremos de las primeras potencias económicas, sus fortalezas, debilidades y los cambios suscitados en las colonias americanas. ¡Nos vemos pronto!