El lunes 13 de agosto, el Presidente de la República, Nicolás Maduro anunció al país una serie de medidas en el tema económico.

Sin embargo, entre los anuncios hay uno que llama fuertemente la atención. El anclaje del Bolívar Soberano al Petro.

El presidente comunicó que a partir del próximo lunes 20 comenzaría a regir en el país un nuevo sistema salarial y de precios anclados al Petro.

Según palabras del mismo, esto «significará una mejoría sustancial y una estabilidad de los ingresos de los trabajadores», como también servirá para «fijar el precio máximo de venta al público, que debe ser respetado».

Además, explicó que «Venezuela va a tener dos unidades contables: la primera unidad contable será el Bolívar Soberano, y la segunda unidad contable será el Petro”.

Esto no es más que la aplicación de una parte del exitoso Plan de Estabilización macroeconómica que se llevó a cabo en Brasil durante la década de los 90’s para acabar con la hiperinflación.

Sobre el Plan Real en Brasil

La Unidad Real de Valor (URV) fue una moneda de referencia no monetaria, que se concibió como un instrumento temporal para romper la «inercia psicológica» que se había arraigado en la mentalidad de los brasileros.

El Banco Central de ese país se encargó de fijar y publicar diariamente el precio en URV de la moneda de curso legal, para ese tiempo el Cruzeiro Real.

Con esto, durante ese tiempo existían en Brasil, dos unidades contables, el Cruzeiro Real y la URV. Con esto, todos los precios, salarios, contratos y tarifas progresivamente, fueron fijándose en URV.

Finalmente, luego de algunos meses, la URV fue instituida como moneda de curso legal y  tomó el nombre de Real. Todos los contratos y saldos monetarios aún denominados en Cruzeiros Reales se convirtieron en Reales según la paridad de ese día (2750 Cruzeiros Reales = 1 Real) y se canjearon a esa tasa los cruzeiros reales por la nueva moneda, el Real.

También se dispuso que la nueva moneda circulante estuviera respaldada por reservas internacionales y se establecieron fuertes limitaciones a la posibilidad de fijar precios y contratos según la inflación pasada.

La paridad cambiaria se fijó en principio en 1 Real por Dólar, pero se evitaba congelar por ley el tipo de cambio y se dejaba en manos del Ministerio de Hacienda los criterios para la futura evolución del real.

En la práctica, se permitió que el real se valorizara desde un principio respecto del dólar, por lo que la paridad de «uno a uno» no tuvo vigencia efectiva.

Estas medidas lograron una reducción abrupta de la inflación. De un ritmo de inflación mensual promedio de 43,1% durante el primer semestre de 1994, se pasó a uno de 3,1% en el segundo semestre, y a 1,7% en 1995; la desaceleración prosiguió persistentemente hasta principios de 1999[1].

Dilemas del “Plan Petro”

Sin duda alguna, la nueva estrategia económica del gobierno de Venezuela, es la aplicación de un plan semejante a ese. Sin embargo, el éxito del mismo depende en gran medida de tres aspectos que en Venezuela, no se avizoran fáciles de resolver.

1) Es necesario resolver la brecha fiscal aumentando la recaudación y disminuyendo el gasto público.

Sin embargo, si algo ha caracterizado a la gestión de Maduro, es la monetización del déficit fiscal que ha causado una de las más feroces hiperinflaciones del continente.

Además en los últimos días se exoneró a PDVSA del pago de ISLR y las empresas de pagar impuestos por la importación de bienes de capital, insumos y materias primas, mermando aún más los ingresos del sector público.

2) Otra medida necesaria es la resolución de la restricción externa. Para esto sería necesario, renegociar la deuda externa y acudir a organismo multilaterales en busca de financiamiento para poner de nuevo en marcha al aparato productivo nacional, comenzando por la golpeada industria petrolera que según palabras del mismo Maduro se encuentra quebrada.

Pero por el contrario, el gobierno ha optado por recortar importaciones y por caer en un default selectivo. Honrando sus compromisos externos solo de los bonos que representan algún colateral como CITGO o de los conocidos “bonos del hambre” que adquirió Goldman Sanchs, a mediados del año pasado.

3) Finalmente, para el que plan tenga éxito es necesario rescatar la credibilidad de las instituciones, comenzando por el BCV y las autoridades económicas.

Sin la suma de todas estas medidas, el plan seguramente sería un fracaso más. Hay que esperar a ver si el gobierno nacional en esta oportunidad muestra la disposición a salir del status quo o si por el contrario continúa aplicando medidas aisladas.

****
[1] Fuente: CEPAL.